Un reparador de maquinas con espiritu «guapachoso»: Don Óscar Sanchez

Su ánimo veracruzano caracteriza a nuestro personaje de hoy, quien considera que el arte más maravilloso es el de las ventas

Daniel Torre/Portavoz

[dropcap]D[/dropcap]ice que el arte más maravilloso es el de las ventas y que durante 12 años fue vendedor de calle en el norte de Veracruz y Chiapas, eso explica bien su gusto por la música tropical, las cumbias y los danzones, como si el espíritu guapachoso de los veracruzanos se hubiera enajenado de él. «Soy cien por ciento singeriano y vivimos de la buena puntada», dice con ánimo y orgullo.
Don Óscar Sánchez está sentado frente a una máquina de coser Singer blanca, en la radio suena un grupo de banda que anima el local, el cual está plagado de más máquinas y muebles para costura. Saluda con serenidad y paciencia; su mostacho bien cuidado y canoso impone; su estatura es media y su fisionomía erguida da la impresión de que en su juventud era musculoso.
A pesar de haberse dedicado a la venta de máquinas de coser dice que su sueño era poner un local de reparaciones de este tipo de aparatos después de haber visto uno en la ciudad de Poza Rica, Veracruz, por lo que al independizarse de la empresa Singer emprendió su búsqueda, «terminé mis estudios y aprendí a arreglar máquinas».
Su local se llama Servi-máquinas y replica «no con la S de pesos, sino con la S de servicio», una pancarta en la entrada dice: «Así entran y así salen, salen funcionando»; pensativo y después de unos segundos de silencio hace una comparación en la cual dice que es como en la vida «lo importante es que sirvamos y que seamos útiles».
Y es que según su experiencia, y como todo buen vendedor, don Oscar cree que «lo económico es lo secundario, lo importante es el buen servicio», una fórmula que le ha valido para el éxito de su negocio.
Vende desde agujas hasta muebles de cedro para las máquinas, mismos que fabrica en casa; también renueva, repone y compone las máquinas antiguas. Aunque su negocio está abierto de 8:00 a 4:00 de la tarde, confiesa que sólo trabaja de 9:00 a 2:00, debido a que cuida su vista; el cuidarse parece ser una constante en su vida, es el entrelazamiento de su trabajo y su realidad, dice que lo importante no es llegar a viejo si no ser útil y disfrutar en plenitud la edad.
Don Oscar tiene una foto en la cual se le ve en su juventud, parece un actor de las películas de Mario Almada, los lentes negros siempre lo han acompañado. Cuenta que cuando fue a al legendario Casino Moctezuma, en Tampico, lugar donde habló Vasconcelos y tocaron Chuck Anderson y el gran Claudio Rosas con su orquesta, le tocó ver una presentación de Rigo Tovar y su Costa Azul alternando con el grupo de rock la Revolución de Emiliano Zapata: «Desde ese momento me volví fan de él (Rigo) e iba a todas sus presentaciones».
«En la playa de Veracruz tuve la oportunidad de bailar y convivir con Rigo en un concurso maratónico donde bailé durante cuatro horas sin parar», sonriendo se pone de pie y agrega «saqué el segundo lugar porque uno bailó durante cinco horas; pero si vieras qué difícil es bailar en la arena».
Confesó que le gustaban las tardeadas en Veracruz y que después de salir de tomar su café en el legendario «Café Parroquia» salía al malecón a disfrutar del danzón; se declara bailador gustoso por el danzón y la cumbia «en vivo me gustaba mucho y llegué a ir a varias presentaciones de Rigo, Acapulco Tropical, Los Socios del Ritmo y Chicoché».
Hizo un paréntesis y dijo «la vida es bella», mientras señaló la calle de enfrente en donde se encontraba un señor en silla de ruedas, «ahorita el señor está esperando el carro que lo lleve a su pueblo, si él que esta así y chambea, porque uno no va a chambear».
Una especie de vanidad lo envolvió al momento de pedirle una foto, fue por una camisa, arregló sus cabellos ya peinados y se puso unos lentes negros; volvió a exclamar sobre lo maravillosa que le parecía la vida mientras argumentaba que su filosofía es vivir solo por hoy, sin importar el ayer ni el mañana, lo que le ha hecho apreciar la vida de una forma única.
-Soy singeriano, soy humano.

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