En la calidez del sol chiapaneco, Rosy Urbina se desplaza con paso firme por las calles del sur profundo, agreste, en poblados, ejidos, colonias y comunidades, entre ranchos, potreros y ganado, bajo plantaciones de café, cacao o rambután. Quiere que la Frontera Sur ahora sí tenga una voz fuerte en el Congreso y que el corazón de la Frontera palpite en la geografía nacional.
Entre la multitud que siempre la rodea en calles de Tapachula, Metapa, Cacahoatán, Tuxtla Chico, Suchiate, Frontera Hidalgo y Suchiate, una promesa resuena en la voz de los que, por ahora, no tienen voz: ser la bisagra, el ensamble perfecto para que la Frontera Sur, por fin, ya tenga un legislador que realmente los represente.
Rosa Irene Urbina Castañeda, conocida como “Rosy Urbina,” alcaldesa con licencia de Tapachula, candidata de Morena por el Distrito XII, quizás sea la única aspirante a legisladora que ha hecho una campaña de casa por casa, plaza por plaza, e ingresado a las llamadas “zonas calientes” donde ha llevado un mensaje de aliento y ha convocado con determinación a trabajar junto a los campesinos que por años han sido olvidados.
Para muchos, ella es más que una candidata; es una figura de esperanza y compromiso con las comunidades del sur de México. Nacida y criada en Tapachula, Urbina ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de los más vulnerables. Su carrera política es testimonio de su lucha constante por la justicia social. «Mi compromiso es con la gente», dice con convicción mientras saluda a los vecinos de Frontera Hidalgo.
Desde su juventud, Rosy sintió la necesidad de servir a zonas marginadas, a los olvidados de todas las administraciones, y logró en pocos meses que su administración construyera 1800 calles en Tapachula.
Me ha tocado verla durante sus recorridos conviviendo, sin falsas poses, con hombres y mujeres del campo, con vendedores de helados, tamales, tortillas, aguas frescas, carnes asadas, entre otros. Es común verla abrazando a niños y conversando con ancianos. Su cercanía con la gente va más allá de la política. Es una extensión natural de su personalidad. «Siempre he creído que para entender las necesidades de la gente, hay que estar con ellos,» afirma mientras comparte un vaso de horchata en el sur de Tapachula, mientras los 40 grados de sol derriten a cualquiera.
La situación en Suchiate, municipio fronterizo con Guatemala, donde los productores de banano le piden su intervención para que les den permiso de explotación de agua, es uno de los puntos focales de su campaña. Urbina ha sido una defensora incansable de los derechos de los trabajadores migrantes y ha luchado contra el cobro injusto por la emisión de la Tarjeta de Visitante Regional. «No es solo una cuestión de papeles; es una cuestión de dignidad», enfatizó.
El compromiso de Urbina también se extiende a los animales. En Tapachula, ha legislado contra el maltrato animal y planea llevar estas políticas al Congreso de la Unión. «La manera en que tratamos a nuestros animales refleja nuestra humanidad,» comenta mientras observa a un perro.
El apoyo a Claudia Sheinbaum y a Eduardo Ramírez para establecer un Corredor de Inversión en la Frontera Sur busca crear oportunidades laborales y revitalizar la economía local. Para Urbina, el desarrollo económico debe ir de la mano con el bienestar social. «Queremos un crecimiento que incluya a todos, especialmente a los más desfavorecidos,» asegura.
En las comunidades rurales, Rosy se ha ganado el respeto de los agricultores al abordar problemas como los bajos precios del café y la necesidad de reactivar la plantación de cacao. «Nuestra tierra es rica y nuestra gente trabajadora. Solo necesitamos el apoyo adecuado,» dice mientras visita una plantación de rambután.
Urbina también ha puesto el foco en la importancia cultural de la región. Su interés en promover la zona arqueológica de Izapa es parte de su visión de un Chiapas que valora y preserva su patrimonio. «La cultura es la esencia de nuestra identidad,» subraya al tiempo que propone hacer de Unión Juárez, un “Pueblo Mágico”.
Casi al cierre de su campaña, su mensaje de unidad resuena con fuerza. Rosy ha hecho un llamado a la colaboración entre diferentes sectores y partidos para construir un futuro mejor. «Solo juntos podemos enfrentar los desafíos que tenemos por delante», declaró en un mitin multitudinario.
El papel de las mujeres en la política es otro de sus pilares. Urbina es una defensora apasionada de los derechos de las mujeres y se compromete a seguir luchando por la igualdad de género. «Las mujeres deben estar en el centro de la toma de decisiones,» afirma con vehemencia.
La educación y la juventud también son temas prioritarios en su agenda. En encuentros con jóvenes, les anima a involucrarse en la vida política y a ser agentes de cambio. «Ustedes son el futuro de Chiapas. Su voz es vital,» les dice con convicción.
A lo largo de su carrera, Rosy ha demostrado que la política puede ser un instrumento para el bien común. Su capacidad para escuchar y su empatía la distinguen en un panorama político a menudo marcado por la indiferencia. «La política debe ser una herramienta para mejorar la vida de la gente», concluye.
En su viaje por diversos municipios del sur de Chiapas, Rosy Urbina no solo busca votos, sino que siembra esperanza. Con cada paso y cada gesto, refuerza su compromiso con un Chiapas más justo y humano. «Estamos aquí para hacer la diferencia,» dice, y su voz resuena en el corazón de todos aquellos que sueñan con un futuro mejor para la frontera sur.