«En política lo que parece es…y lo que parece ser termina siendo»
Una digresión. Me pregunto si es el secuestro de la razón, primitivismo político o simple escenario inherente a nuestro ralentizado juego democrático. A los reclamos ciudadanos de propuestas, nuevas certezas, transparencia y eficacia de las políticas públicas, los aspirantes a puestos de elección popular, responden con desgano y evitan tratar los temas de fondo que interesan a la ciudadanía, en espera de ser los ungidos. Sustentan su aspiración en términos de costo beneficio financiero y de poder político per se. Las ideas, los proyectos, el debate abierto que debe anteceder a las alianzas y candidaturas para calibrar sus méritos, están hasta ahora ausentes. Se hace visible una disputa con señales que se cruzan de modo inconexo, pirotecnia que confunde a la opinión pública con una torcida modalidad de propaganda. Proclives a la cosmetología, contratan encuestas y se pasean en los medios. Resplandores de la mercadotecnia, derivados de la inyección de recursos financieros. Parecieran candidaturas en subasta. Es la influencia del dinero que corrompe a la política.
Retomo el tema que intitula esta columna. El 2 de julio de 2018 escribí: «La ciudadanía naufraga en las aguas de la indignación y la impotencia… El 1 de julio los chiapanecos eligieron mayoritariamente a Rutilio Escandón Cadenas, {{Gobernaré para todos los chiapanecos y sin banderías partidistas, con proyecto racional y férrea voluntad política}}. Sembró esperanzas en una ciudadanía indignada hasta el hartazgo. Cuando las raíces y ramificaciones de la exclusión y la pobreza se remontan a una historia añeja y permanecen inamovibles, fuerza era, lo es, arriesgar un cambio profundo y enarbolar un proyecto imaginativo y audaz, para sentar las bases del cambio estructural. La ausencia de soluciones de fondo a los reclamos de los chiapanecos conduce al desencanto de la población, a la degradación de la política y a la erosión del bono democrático ganado en las urnas. Hay avances nada desdeñables, no existen escándalos de corrupción ni un discurso maniqueo y polarizante que alimente el encono social. Por el contrario, Rutilio convoca a la unidad, sin banderías partidistas. Todavía más, exigió a sus colaboradores sacar las manos del proceso electoral. Y sé que cumplirá. Un salto cuántico fue desprenderse del rostro más torvo de la administración. Un carnicero que confundió el poder personal con el poder político, ocasionando un daño enorme a la imagen del gobernador. Cierto es que sirvió para tareas específicas, pero nunca tuvo la personalidad ni el oficio para ser el responsable de la política interior. No recuerdo a otro personaje que acumulara tanto poder de manera tan ostensible, una muralla infranqueable, pues no había asunto que no pasara por sus manos, y se vanagloriara de ello. Su relevo es una personalidad muy alejada de esos métodos cavernarios, una profesional sin mácula, preparada, dialogante y con capacidad para construir puentes y no murallas. Gran acierto su nombramiento. ¿Y dónde están los demás secretarios? Salvo al patético Secretario de Salud, en razón de la pandemia y para decir sandeces que ya son parte del anecdotario, a los demás secretarios no se les ve. No informan de su actividad o gestiones ante la federación y otras instancias, no rinden cuentas a la ciudadanía. ¿No tienen qué decir? ¿Temen ser cuestionados? Son encargados del despacho. Se teme acaso que digan incongruencias o el escenario peor, que exista, no sabría en razón de qué, un ánimo tan equivocado como desgastante de centralización de la información.
Sabemos que la rémora de las vertientes más radicales de las izquierdas y derechas contemporáneas es el querer subordinar la realidad a la teoría y no transformar ésta en función de la realidad. El dogmatismo, el populismo y el fundamentalismo son compañeros inseparables. Trump, Bolsonaro, Duda, Erdogán, Salvini, Duterte, Maduro, Putin, y otros más que irrumpen con fuerza, como Mélenchon del partido La Francia Insumisa, en su mayoría de corte fascista en diferentes grados. En Chiapas estas corrientes, por fortuna, están ausentes, hay una conducción política firme, sensata y sin estridencias, muy lejos de soluciones simples a problemas tan complejos.
INFORMACIÓN. A dos años de gobierno en Chiapas, es pertinente recordar que la democracia es también un asunto de información y de procesamiento de la información. Si se está trabajando en proyectos importantes, con impacto efectivo en el empleo y el bienestar, hay que sustentarla para el escrutinio público. Hay vacíos notables en varias de las funciones sustantivas de la representación popular y en funcionarios del poder ejecutivo. ¿Cuál es el impacto presupuestal en la atención de la pandemia? ¿Qué monto se destina para la reactivación económica, a quiénes y a qué sectores va dirigido y cómo se va a ejecutar? ¿Cuál son las metas objetivamente medibles y los objetivos esperados? El proceder lacayuno de la mayoría de las fracciones parlamentarias debe terminar, así lo exige este momento excepcional de nuestro ciclo histórico.
Abrir la información, diseccionarla, detallarla, a despecho de algunos actores políticos, es una exigencia democrática, es condición sine qua non para fortalecer legitimidad. Hacerla pública, confiable y sin sesgos. El chiapaneco es hoy un demandante insaciable de veracidad, exige claridad en el proyecto y honestidad en la acción. La calidad del tiempo histórico que vivimos es irrepetible. Rutilio tiene la oportunidad de trascender, abrir paso a los avances y mesura para que éstos sean firmes y efectivos. Encendió la llama de la esperanza, sembró expectativas creíbles y ofreció un crecimiento incluyente con políticas innovadoras y fórmulas financieras imaginativas y novedosas. Cierto, se nos atravesó la pandemia y es la prioridad su atención, pero se puede actuar en otros frentes relevantes. Aún hay tiempo para dar un golpe de timón y a la postre no decir, «¡Qué temprano se nos hizo tarde!».