En México y en diversas partes del mundo como Chile, Alemania y Estados Unidos, la depresión es un problema mucho más prevalente en mujeres que en hombres. Lo mismo ocurre con otros padecimientos como trastornos en la alimentación, ansiedad y trastornos límite de personalidad
Diana Hernández Gómez / Cimac Noticias
La salud mental es un tema sumamente complejo en el que no sólo tienen que ver los factores biológicos: las circunstancias sociales también juegan un papel importante a la hora de determinar qué personas pueden ser más propensas a desarrollar padecimientos en este ámbito de la salud. En este sentido, las brechas sociales que rodean a las mujeres tienen relación con el hecho de que nuestra salud mental muchas veces sea vista como más vulnerable que la de los hombres.
De acuerdo con la investigadora en Ciencias Médicas Luciana Ramos Lira, en México y en diversas partes del mundo como Chile, Alemania y Estados Unidos, la depresión es un problema mucho más prevalente en mujeres que en hombres. Lo mismo ocurre con otros padecimientos como trastornos en la alimentación, ansiedad y trastornos límite de personalidad. Pero, ¿a qué se debe esto?, ¿es por razones fisiológicas o tiene que ver más con construcciones sociales?
Y es que la construcción social que gira alrededor de nosotras nos reviste de exigencias que muchas veces resultan desbordantes: ser más delgada y «bonita», ser cuidadora, encargarnos exclusivamente de las tareas del hogar y, muchas veces, hacerlo sin el apoyo de una pareja, lleva a muchas mujeres a desarrollar problemas de salud mental por la sobrecarga emocional que todo esto supone.
Además de lo anterior, hay brechas de desigualdad que mantienen a las mujeres en mayores condiciones de pobreza que los hombres. Y, por lo menos en México, el aumento en los índices de violencia contra las mujeres experimentado en los últimos años también se ha convertido en un factor determinante para que seamos nosotras quienes padecemos más problemas de salud mental.
Pero, sumado a esto, Ramos Lira explica que las mujeres no sólo son más propensas a tener alguna enfermedad o trastorno mental: también desarrollan síntomas más graves y discapacitantes cuando esto sucede. A pesar de todo esto, las mujeres en México aún enfrentan diferentes barreras para recibir diagnósticos adecuados sobre problemas de salud mental.
El problema de la medicina sin una perspectiva que mire a las mujeres
Junto con otros compañeros, las investigadoras Shoshana Berenzon Gorn, Nayelhi Saavedra Solano y Pilar Bernal Pérez realizaron un estudio en el que determinaron que uno de los problemas para que las mujeres reciban diagnósticos correctos sobre su salud mental tiene que ver con la falta de perspectiva y preparación del personal de salud en nuestro país.
Y es que, cuando las mujeres se acercan a centros de salud, muchas de ellas prefieren no expresar sus malestares emocionales. Esto se debe a que no sienten que una consulta breve sea el lugar adecuado para hacerlo; además, no creen que el personal de salud esté capacitado para atender estas necesidades. Es decir: no sienten que el personal de salud pública pueda ofrecer una escucha sensible y empática para comprender lo que las está haciendo sufrir.
Pero más allá de esto, también hay obstáculos importantes en el diagnóstico que tienen que ver con la diferencia de síntomas que desarrollan hombres y mujeres. Por ejemplo: de acuerdo con Araceli Puigcerver y Carmen Arenas, en los ataques de pánico (un síntoma recurrente en casos de ansiedad), las mujeres suelen presentar más alteraciones respiratorias; por el contrario, los hombres tienen más problemas gastrointestinales y sudoración intensa al experimentar dichos ataques.
Ambas investigadoras coinciden en que estas distinciones se dan, en parte, porque la fisiología del cerebro tiene pequeñas diferencias entre mujeres y hombres en cuanto a cómo es que ciertas partes reaccionan a diferentes estímulos. Pero esto es completamente normal, pues responde al hecho de que los ciclos de una y otro son distintos: tenemos hormonas diferentes que se producen en momentos distintos, por lo que nuestros cuerpos no pueden reaccionar de la misma forma ante un mismo estímulo.
Así, por ejemplo, el ciclo menstrual de las mujeres y las hormonas que se liberan a lo largo del mes también tienen un rol importante en cómo reaccionamos a factores que pueden desencadenar en problemas como la ansiedad y la depresión.
Esto no quiere decir, sin embargo, que nuestra biología en sí nos haga más propensas a desarrollar padecimientos mentales. Al mirar estos elementos biológicos y socioculturales en conjunto, podemos deducir que las construcciones sociales tienen una incidencia importante en el hecho de que, actualmente, seamos las mujeres quienes más presentamos dichos padecimientos. En este sentido vale la pena preguntarnos cómo sería la situación si todas las desigualdades y brechas que nos rodean desaparecieran.
Por otro lado, este panorama completo hace que a la hora de hablar de diagnósticos para las mujeres, las y los psiquiatras deban tomar en cuenta todos los factores alrededor de las pacientes. Esto ayudaría a tener diagnósticos más acertados, pero, por otro lado, también ayudaría a mirar de forma distinta la salud mental. Porque así como hay brechas sociales que pueden dañarla, también hay una brecha importante en la forma de atenderla y de comprenderla desde dentro de la medicina.