Con campanas, reliquias y símbolo zoque, la catedral encarna la memoria espiritual y cultural de la capital chiapaneca, desde la Colonia hasta hoy
Noé Juan Farrera Garzón / AquíNoticias
La Catedral Metropolitana de San Marcos, frente a la Plaza Central de Tuxtla Gutiérrez, es el monumento religioso más antiguo de Chiapas. Su origen se remonta a 1560, cuando frailes dominicos erigieron el primer templo dedicado al santo patrono de la ciudad.
Construida inicialmente con tejas y materiales locales como parte de un convento dominico, fungió como centro de evangelización para el pueblo zoque. El terremoto de 1902 derrumbó sus torres originales, dando paso a sucesivas transformaciones arquitectónicas que marcaron su evolución.
En 1965 alcanzó su estatus actual cuando el Papa Pablo VI la elevó a catedral. Durante los años 80 experimentó su mayor modernización: se levantaron las torres actuales (1980-1981), se colocó el emblemático león de San Marcos y se rediseñó la fachada principal (1982) combinando elementos neoclásicos con estilo contemporáneo.
Entre sus tesoros destaca el carillón de 48 campanas que marca cada hora con un espectáculo único: las figuras móviles de los doce apóstoles desfilando en lo alto de la torre. La imagen venerada de San Marcos Evangelista -representado con su símbolo, el león alado- sigue siendo objeto de devoción, especialmente entre la comunidad zoque.
Más que un recinto religioso, este ícono arquitectónico encapsula cinco siglos de historia. Desde su papel en la colonización espiritual hasta su actual función como referente cultural, sus muros guardan capítulos fundamentales del desarrollo de Tuxtla Gutiérrez.
Hoy, la catedral sigue siendo parada obligada para turistas y fieles. Su mezcla de estilos, reliquias sacras y tradiciones vivas la convierten en un testimonio material de la identidad chiapaneca, donde convergen pasado y presente.
Vía Primer Plano Magazine