Por Mauricio Sosa Lievano
En los últimos días ha cobrado relevancia dentro de la opinión pública nacional la nueva serie documental de Televisa, PRI: Crónica del fin, escrita y dirigida por Denise Maerker, periodista insignia de dicha empresa.
El documental, dividido en cinco capítulos, recorre la llamada “época dorada” del priismo desde su origen en los años treinta hasta la actualidad. A lo largo de los episodios se exaltan las figuras políticas que marcaron la historia del partido y los principios programáticos que, según la narrativa, los distinguieron en el ejercicio del poder, no solo desde la titularidad del Ejecutivo, sino desde las distintas esferas que moldearon la política de Estado.
Sin embargo, en torno a este material audiovisual surgen diversas dudas, vacíos e interrogantes que invitan a la reflexión. Es imposible analizarlo sin situarlo en la coyuntura actual del PRI, un partido hoy dirigido por el polémico senador Alejandro Moreno Cárdenas, señalado reiteradamente por enriquecimiento ilícito y actos de corrupción. Estos episodios recientes, sumados a su pérdida de legitimidad social, alimentan una idea que cada vez más mexicanos comparten: la inminente extinción del PRI como fuerza política relevante.
A partir de la experiencia de haber visto y analizado el documental desde una óptica personal, comparto las siguientes reflexiones que me permitieron leer, con mayor claridad, lo que probablemente se oculta detrás de cada capítulo de PRI: Crónica del fin.
1. La memoria como ejercicio de comprensión histórica
Como ejercicio de reconocimiento de la memoria política y social de nuestro país, es fundamental identificar los procesos que hemos vivido y los desenlaces de las decisiones tomadas desde el poder.
Este documental no debe verse como una verdad definitiva, sino como un punto de partida para indagar más y cuestionar los vacíos que, evidentemente, dejaron sus productores. Más que ofrecer respuestas, PRI: Crónica del fin invita, consciente o inconscientemente, a revisar críticamente nuestra historia reciente y a preguntarnos quiénes la narran y con qué propósito.
2. Una narrativa paralela a la Cuarta Transformación
Más allá del análisis histórico, el documental parece una oportunidad cuidadosamente diseñada para construir una narrativa paralela a la que impulsa actualmente el régimen de la Cuarta Transformación.
De manera hábil, intenta asociar toda idea de acierto o beneficio social con políticas previamente implementadas por el priismo, sugiriendo una supuesta continuidad entre ambos proyectos.
Nada más alejado de la realidad: son dos proyectos de nación distintos, que en algún momento pudieron compartir ciertas coincidencias superficiales, pero que hoy representan visiones completamente opuestas sobre el país, el poder y el sentido mismo de la transformación.
3. El intento de redimir a los viejos protagonistas
El documental también funciona como una plataforma de redención mediática para viejos protagonistas del priismo que la historia ya juzgó por sus excesos, su corrupción y su frivolidad.
Resulta evidente un contraste intencionado: mientras a Colosio lo presentan con frialdad y distancia, figuras como Salinas o Labastida son retratadas como víctimas de las circunstancias, no como responsables directos de las decisiones políticas que tomaron. El resultado es un relato indulgente, que parece más interesado en reconstruir reputaciones que en ofrecer una lectura honesta y crítica del pasado.
4. El priismo no muere, se transforma.
El priismo no se destruye, se transforma. Y aunque sería injusto estigmatizar a todas las personas que formaron parte de esa institución política, pues muchas realizaron aportaciones valiosas a la construcción del Estado mexicano, es necesario advertir que las formas y los métodos del viejo priismo siguen intentando reproducirse.
Si el actual gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum o el partido hegemónico, Morena, abren espacios de decisión a quienes representan esas viejas prácticas, corremos el riesgo de que resurja la política de simulación, clientelismo, corrupción y autoritarismo que tanto daño hizo al país.
Reflexión final
No me queda duda de que este documental es una pieza con múltiples frentes y destinatarios.
Deja la sensación de que es la propia nomenclatura priista, hoy relegada a la irrelevancia por la misma dirigencia de Alejandro Moreno, la que decidió aplicar la lógica del “yo te hice, yo te destruyo”.
Pero lo más revelador no es solo quiénes hablan, sino quiénes producen: Televisa, el mismo consorcio que durante décadas fungió como brazo mediático del priismo, moldeando conciencias, fabricando realidades ficticias y encubriendo, con glamour y telenovelas, las corruptelas y frivolidades del régimen. Hoy, irónicamente, esa misma empresa pretende disfrazarse de periodismo imparcial para narrar, con dramatismo y culpa contenida, una historia que, en gran medida, ellos mismos ayudaron a construir.
Pero una vez más se equivocan, no entendieron que el poder ya no se sostiene con cámaras ni libretos, que la historia ya no se dicta desde un estudio de televisión. Porque el pueblo de México ya no es el mismo; el pueblo de México ha despertado, y esta vez no hay señal abierta que pueda volver a dormirlo.
Y tú, ¿De verdad crees que este es el final del PRI o apenas el intento más desesperado de resucitar su vieja narrativa?