Termosolar: ¿México a la vanguardia o al último vagón de la transición energética?

El Gobierno federal anunció la construcción de las dos primeras plantas termosolares en Baja California Sur con inversión de 800 mdd; celebran vanguardia, pero su impacto podría significar una gota de agua ante el mar de demanda energética nacional

AquíNoticias Staff

El Gobierno federal anunció con bombo y platillo la construcción de las dos primeras plantas termosolares de México, en Baja California Sur, con una inversión de 800 millones de dólares. Claudia Sheinbaum las colocó como “un paso a la vanguardia de las energías renovables”. Pero la pregunta es inevitable: ¿llegamos tarde o realmente estamos a la punta de la innovación?

La tecnología termosolar no es nueva. España, Marruecos y Chile la operan desde hace años con resultados comprobados. México, con un recurso solar envidiable, apenas comienza a dar el primer paso. Que se celebre es justo, pero no basta con el discurso de vanguardia. Lo cierto es que estas plantas no estarán listas antes de tres o cuatro años, y en el mejor de los casos aportarán 100 megawatts, una gota de agua frente a la demanda nacional que sigue dependiendo de gas, diésel y combustóleo.

Desde el gobierno se habla de soberanía energética, innovación y cadenas de valor nacionales. Pero hoy la realidad es otra: CFE importa turbinas, compra tecnología extranjera y mantiene una estructura obsoleta que no invierte lo suficiente en transmisión ni en almacenamiento. La promesa de producir los componentes en México suena más a aspiración que a política pública concreta.

Claro, la noticia tiene un peso simbólico. Baja California Sur dejará de vivir de plantas contaminantes y caras para el suministro eléctrico, y con eso se aliviará la presión del turismo, la industria y las familias. Pero el riesgo es que el gobierno convierta este anuncio en una bandera propagandística más, cuando lo que necesitamos es una política energética integral que conecte con las comunidades, atraiga inversión privada responsable y de verdad trace un camino para reducir la dependencia de los fósiles.

La termosolar llega a México, sí, pero el verdadero reto no está en inaugurar proyectos aislados sino en construir un modelo coherente, transparente y sostenible. De lo contrario, lo que hoy se anuncia como vanguardia puede terminar pareciendo un último vagón al que nos subimos tarde, con mucho discurso y poca energía limpia en la realidad.

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