Doña Yami, ha alzado la voz, ha tocado puertas, ha conmovido a quienes por años han seguido su caso. Ella es un claro ejemplo de persistencia, de fuerza, de amor
Ana Liz Leyte / Aquínoticias
Tres años y tres meses han pasado desde el terrible día en que la señora Yamili Trejo se enteró de la noticia que le cambiaría la vida; su hija, Yuri Lisset Méndez Trejo, fue hallada muerta en un tramo carretero que conduce hacia el municipio de Ocozocoautla.
Saber que su hija había perdido la vida, saber que no volvería a verla reír, crecer, seguir cumpliendo sus sueños, podría ser la noticia más desgarradora que cualquier madre y padre podrían recibir, pero la terrible noticia no se quedó solo en eso; a Yuri la mató quien alguna vez dijo ser su amigo, con quien salió a cenar y quien sin remordimiento alguno le golpeó la cabeza hasta fracturarle el cráneo.
Desafortunadamente, las historias de femincidios cada vez son más frecuentes, desgarradoras y en todas, con alto nivel de violencia.
La señora Yamili Trejo -acompañada de su otra hija, Itzel Molina Trejo- no tuvo tiempo de parar, llorar y sufrir su duelo, porque como ella dice; «las autoridades no me lo permitieron». La señora «Yami», no podía quedarse de brazos cruzados y el terrible dolor que la desgarraba por dentro, fue el mismo que la impulsó a exigir y conseguir justicia.
El nombre de su feminicida es; Iván Alonso Orantes, quien privó de la vida a Yuri Lisset el 23 de noviembre del año 2016, en enero de 2017, fue detenido y el 14 de febrero se celebró la reconstrucción de los hechos.
Para marzo se solicita la orden de aprehensión en contra de Iván, quien fue detenido el 21 de marzo y presentado al Centro Estatal de Reinserción Social para Sentenciados (CERSS), número 14, mejor conocido como «El Amate».
Fue el 27 de marzo -día de la audiencia-, el Juez de Control conocedor de la causa, no lo vinculó a proceso, por lo que quedó libre.
Para doña Yamili e Itzel, esta liberación fue otro duro golpe; el feminicida de Yuri gozaba de su libertad y así fue hasta el pasado mes de febrero de 2020.
A pesar de lo difícil que se tornó el caso, del nulo acceso a la justicia y después de volverse no sólo la familia de Yuri, ambas mujeres se volvieron sus abogadas, sus juezas, sus defensoras.
A doña Yami jamás le pasó por la cabeza dejar a un lado el caso, durante estos más de tres años, ha luchado, ha alzado la voz, ha tocado puertas, nos ha conmovido a quienes durante este tiempo hemos seguido su caso, doña Yami, es un claro ejemplo de persistencia, de fuerza, de amor.