A pesar de ser la candidata peor evaluada y contar con una oposición generalizada, Rosario Piedra Ibarra fue reelecta como titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en un proceso que mostró la influencia de la línea oficialista, según senadores morenistas
Aquínoticias Staff
La reelección de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha encendido una intensa polémica en el Senado mexicano. Con 87 votos a favor, los legisladores de Morena, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) optaron por imponer a Piedra Ibarra para un segundo periodo, en un proceso que desestimó las evaluaciones y generó discordia interna en Morena.
La decisión de reelegir a Piedra Ibarra se dio pese a que fue la aspirante peor evaluada entre los 15 candidatos. Destacadas candidatas como Paulina Hernández Díaz y Nashieli Ramírez Hernández obtuvieron calificaciones significativamente superiores. Sin embargo, sus méritos fueron ignorados en favor de una figura que cuenta con el respaldo incondicional del bloque oficialista y de la administración actual. “Es lamentable que la decisión política supere la evaluación de capacidades; esto daña la credibilidad de la CNDH y del sistema político en general”, declaró un analista de derechos humanos que pidió no ser identificado.
El proceso electoral estuvo marcado por un fuerte rechazo de la oposición y de algunos miembros de Morena que pedían renovación en la CNDH. Los senadores del Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC) propusieron una votación secreta con una mampara para evitar presiones, medida que fue rechazada por el bloque oficialista. Para la oposición, este voto abierto fue una estrategia para asegurar que todos los senadores del bloque obedecieran la línea dictada por el coordinador de Morena, Adán Augusto López Hernández, y garantizar así la reelección de Piedra Ibarra. “La transparencia en la elección no puede justificar la coerción política; necesitamos instituciones fuertes y autónomas, no controladas”, señaló Xóchitl Gálvez, senadora del PAN.
El respaldo de Piedra Ibarra viene directamente del círculo cercano del expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien impulsó su nombramiento inicial en 2019. De acuerdo con algunos senadores de Morena que pidieron el anonimato, la decisión de mantener a Piedra Ibarra se basó en su alineación con los intereses de la llamada Cuarta Transformación (4T), en lugar de sus logros al frente de la CNDH. La postura oficial fue percibida como una “decisión política” en un momento donde la independencia de la CNDH es crucial. “No es que busquemos figuras neutrales, sino figuras autónomas que representen a la sociedad civil, no al gobierno”, comentó un especialista en derechos humanos consultado para este reportaje.
La disidencia también se hizo notar dentro de Morena. Figuras como Javier Corral, Higinio Martínez y Malú Micher inicialmente expresaron su desacuerdo con la reelección de Piedra Ibarra, planteando la necesidad de renovar el liderazgo de la CNDH. Sin embargo, esta postura fue rápidamente aplacada. La decisión de rechazar la mampara para un voto secreto eliminó cualquier posibilidad de una votación libre y aumentó la presión sobre los legisladores para alinearse con la dirección partidaria. Esta “rebelión silenciada” dejó en evidencia las divisiones internas dentro del bloque oficialista y la falta de espacio para una expresión de disenso en temas críticos.
El rechazo a la reelección de Piedra Ibarra no se limitó al Senado. Diversas organizaciones de derechos humanos y activistas han criticado su desempeño, señalando que la CNDH ha perdido credibilidad y capacidad de actuar como organismo independiente bajo su gestión. Para muchos observadores, la reelección de Piedra Ibarra representa una extensión de la influencia del gobierno sobre un órgano que, por mandato, debe actuar de manera autónoma y en defensa de los derechos de todos los ciudadanos.
“El objetivo de la CNDH debería ser la protección de los derechos humanos, no la lealtad política. La decisión de ignorar las evaluaciones y mantener a una presidenta cuestionada debilita aún más la confianza de la ciudadanía en sus instituciones”, declaró un académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) especializado en derechos humanos.
La reelección de Rosario Piedra Ibarra para un segundo mandato en la CNDH se convirtió en una muestra del poder de la línea política sobre la evaluación objetiva y el mérito. La negativa a permitir un voto secreto, sumada a la presión sobre los senadores del bloque oficialista, generó un ambiente de controversia que plantea serias dudas sobre la independencia de uno de los organismos fundamentales de derechos humanos en el país. La decisión también subraya el impacto de la política en una institución que, para muchos, debería ser autónoma y ajena a las influencias de la administración en turno.
Con información de El Imparcial