Tubo de ensayo / Rene Delios

La evaluación docente es buena por dónde se vea: permitirá el análisis serio de la calidad educativa y la búsqueda de soluciones en dónde se amerite; dará mejores ganancias a los mentores que se preparen y lo demuestren con calidad y academia, y sobre todo, se beneficiará a la niñez.
¿Qué más quieren?
Los que no quieren son los líderes y dirigentes anquilosados en viejos esquemas de lucha y anarquía que les ha permitido la impunidad laboral -vivir también por años sin trabajar, al igual que lo han hecho los comisionados del SNTE- pero del otro lado «en pie de lucha», y como se reveló en el caso de la sección 22 de Oaxaca, con inasistencias de meses al año, y la nueva noticia, con unos tres mil maestros sin cédula, sin título, pero que han cobrado años por «trabajar» frente a aula.
¿Cómo es eso posible? ¿Quién lo permitió?
Porque el ingreso de esas personas sin estudios docentes, dejó fuera otros que si los tienen lo que no es justo ni leal al gremio.
Esa fue cosa de dirigentes sindicales en la entidad de Juárez, coludidos con malos funcionarios ¿quiénes más?
No estaría mal una revisadita a los documentos del magisterio chiapaneco, para ver quien es quien, porque en la entidad la venta de plazas fue de escándalo por años y años, entre funcionarios corruptos de la entonces USED y ese magisterio «democrático», a través de una comisión mixta de asignaciones, como se le decía, porque había otra, la comisión de cambios de adscripción, que era otro negocio de pagos por un «empujoncito a los papeles».
Maestros extorsionados por sus propios compañeros líderes ¿o no fue así?
Casos de esos se supieron por montones; no somos pocos los que tenemos familiares mentores que tuvieron que recurrir al pago para su plaza o para su cambio de sede laboral.
Entre medio de eso, se han de ver colados cientos, pero cientos de personas sin el perfil adecuado para estar frente a aula, e incluso sin estudios. Pero una vez dentro pues a usufructuar de lo que no se debe, como se ha hecho de siempre en ésta entidad saqueada por todos lados, por tanto sinvergüenza cuyos descendientes aún están en vigencia, o como portadores de la verdad, o como institucionales a ultranza.
Así, entendemos que atraer a una evaluación docente implica saber que mentor es, y se hace necesario revisar su historial.
En esa revisión –como sucedió en Oaxaca- saldrían a relucir lo arriba mencionado: quien es docente y quien no, es decir quiénes son los que por obvia razón compraron su plaza, hace años, cuando se podía.
¿No será ese el temor?
En el caso de Oaxaca -que ya está claro: más de tres mil- no se ha determinado qué hacer con quienes le hicieron y hacen fraude a ese estado, ocupando un cargo –y ni eso, con tantos paros y plantones «indefinidos» y cobrando por ello-; cargo al que no tenían derecho y actuaron corruptamente para obtenerlo, y del que ahora se afianzan de manera ilegal porque están sindicalizados.
Hasta esas porquerías sacará a flote la evaluación docente en Chiapas, aunque se insiste que todo eso no pudo pasar sin que altos funcionarios de la USED –hoy ya unificada a la SE estatal-, tuvieran conocimiento.

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