Tubo de ensayo / Rene Delios

Tenemos una nación de ciudadanos llenos de dudas

Hablan de secuestros a la baja cuando están en boga en Veracruz; de que se reduce el índice delictivo cuando a diario están los asesinatos y desaparecidos, y el monólogo oficial sigue vigente sin que el gobierno hable con el pueblo de esto –a través de sus serias organizaciones sociales, porque las hay-, y solo informa de manera unilateral su punto de vista, mientras en la base social la situación que se padece y sufre es otra.
¿Por qué?
Sucede en todos los ámbitos, incluyendo esta crisis económica nacional que es –se dice- mundial, y que está preocupando a los entes del varo porque la realidad es que el dólar sigue a la alza, y la versión de siempre es «si el gobierno dice algo, es lo contrario».
¿Qué pasa en realidad?
Somos los ciudadanos de éste país a los que nos tienen que dar la explicación pertinente de esos sucesos, de la realidad nacional, del estado que guarda la nación, como dicen cuando se entrega el informe de gobierno, en el que por cierto –que bueno- se eliminó la parafernalia de la aglomeración de políticos lambiscones y esa clase política corrupta que gastaba del erario para estar presente el «día del presidente».
Y es que si algo se debe de agradecer tanto Felipe Calderón como Enrique Peña, fue habernos librado de acudir al Congreso de la Unión, a dar verbalmente una síntesis del estado que guarda la nación.
Hoy sólo se entrega el documento y ya, y después los miembros del gabinete asisten a lo que denominan la glosa del informe que no es más que el lucimiento de cada uno de ellos, y más si se acercan tiempos electorales como lo es este año en que se renuevan 12 gubernaturas, y no son pocos los secretarios que la buscan por sus entidades.
Eso del informe era una cosa obsoleta del viejo sistema priísta, donde el día del informe era literalmente –repito- el día del presidente, donde el entonces Congreso a modo por décadas aplaudía sin cesar cada 1 de septiembre.
Acabó.
Pero ahora ese presidente, ese congreso de la unión, esos gobernadores y de ahí los alcaldes, tienen que decirle al pueblo los pormenores de lo que sucede: mandar obedeciendo, es la clave, si hablamos de democracia.
Porque no sabemos nada de los dineros, del porque tantos meses en la zozobra, de los índices reales de violencia, del para qué del manejo de estadísticas sobre asaltos, levantones, robos, asesinatos, secuestros.
Ocultan cosas tan simples como los índices de corrupción y los costos reales porcentuales de ésta que sangran a diario a la nación.
No hay entonces esa comunicación que se presume, y es por eso que tenemos una nación con ciudadanos llenos de dudas.

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