Tubo de ensayo / Rene Delios

FOTO: JESÚS GARCÍA /CUARTOSCURO.COM

Verdaderamente no se esperaba un discurso distinto en Tuxtla al que Andrés Manuel López Obrador expresó en Villahermosa horas después a la que fue ayer mismo por la tarde.
Vuelo chárter, por supuesto.
Y no es que no tenga razón, pero no hay innovación en sus señalamientos recurrentes, que no completan un planteamiento específico que no sea acusar a los mismos de siempre de vende patrias y demás adjetivos que ya son materia de todos conocidos, pero que agrada escucharlos en su voz por parte de sus seguidores.
Lo cierto es que dicho por especialistas, no le alcanzan seis años a presidente alguno para solucionar los rezagos de un siglo en México, y menos sanear la corrupción y los abusos no solo de los funcionarios públicos, sino de la sociedad misma.
Desde el tendero de una esquina en popular colonia que vende todo un peso más caro que lo normala perjuicio de sus clientes sin ningún escrúpulo, hasta el funcionario que le adjudica a sus compinches obra pública -a cambio del diezmo- a sabiendas de que le van a reducir la calidad de materiales para compenzar las dádivas.
Todo eso es corrupción.
El llamado señor López vino a Chiapas, una entidad que conoce, en la que vivió muchos años, en la que radica su familia y en dónde están reposando vida eterna su señor y señora madre. Es una entidad querida para él, desde luego, y lo refrendó en su discurso sin ánimo de que se lo agradezcan.
Pero muy aparte de ello, conocedor de la administración pública y partidista, sí me sorprende que a lo largo de tantos años exponga que en su gobierno va a solucionar los problemas tremendos de éste país no solo de gobiernos, sino también de una sociedad bastante densa en necesidades y rezagos, y que millones –y no es mentir- han puesto su esperanza sociopolítica en él, a grado tal que está llamando la atención estadísticamente y ya hasta le dan espacio en las televisoras oficiosas, llámese Televisa y TVAzteca.
Muy aparte de ello, no creo que López enfrente a las oligarquías como esperan muchos: son las del varo; podrá evitar los tratos nefastos o concertasesiones usuales que les concesionan los gobiernos a cambio de lealtad -y cuando se portan mal pagan las consecuencias, y ahí están Jiménez Arrechar y Miranda Borraz de ejemplo-, pero desarticularlas no es fácil, menos requisarlas.
Hablo de algo que se tiene que contemplar con transparencia, no diluirlas: dan chamba, generan riqueza, empleos.
Llámese sindicato de Pemex o el SNTE, transporte, cámaras de bienes y servicios y todo eso a que el gobierno recurre –como recién Peña con los empresarios de México- para demostrar que su gobierno es fuerte mientras el pueblo padece de sus errores sistemáticos, es lo que se tiene que transparentar: el trato, la relación, de acuerdo a la ley, esa palabra en la que nadie cree.
Otro problema en éste país es que no hay continuidad: lo que es bueno del gobierno anterior se borra por eso; se nulifica y elimina o desaparece, para que no le haga sombra al entrante.
Miles, pero miles de millones de pesos cada sexenio se van a saco roto, porque lo bueno del anterior no puede seguir destacando en el presente.
O sea que éste país necesita, requiere tanto transparencia como continuidad.
La última es que hay que reconocer que, aun los tradicionales acarreados –ya ubicados- de algunos queda bien con el tabasqueño, neta que tiene convocatoria; ni negarlo.
En torno al abuelo del gobernador, el señor fue divertimento en el Facebook.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *