Tubo de ensayo / Rene Delios

Foto: Especial

Muy aparte de que hemos tenidos presidentes de la República incultos, tenemos una nación que minimiza el delito en que incurren éstos, y es la fecha en que ningún ex presidente está en la cárcel, aun su gobierno haya sido un desastre.
Plagiar está sancionado por la legislación mexicana, en el rubro de derechos de autor, esa es la verdad.
La otra verdad es que la opinión pública esperaba una noticia de mayor impacto por parte de Carmen Ariztegui, en vez de que hablar de copiar; para la gran mayoría les queda claro que se hace desde los exámenes en primaria, y así hasta en la tesis.
Hay algo cierto: tan es responsable el que plagia una tesis como los que analizan las tesinas en la universidad que lo permite; ya parecen por todos lados casos y casos y aun con eso resulta para muchos que el trabajo de Ariztegui y su equipo fue irrelevante, esto dicho por el propio secretario de educación, algo estruendoso que puede ubicar en manos de quien depositaron esa enorme responsabilidad.
La nota es que en los hechos el presidente desde tiempo ha hace cosas deshonestas.
Pero ya vimos el cómo un buen defendieron el que lo fuera antes, el que lo sea ahora, y celebraron sus disculpas ante la nación con ese perdón vacuo, deshonesto.
También sabemos que en otras naciones una información así alcanza connotaciones de escándalo, y que le cuesta a los responsables cargos y prestigio.
Pero eso no pasa en México, y menos al presidente.
Ya se fue de largo al archivo muerto lo del fracaso en las olimpiadas, a ver que inventan luego de este asunto del plagio, para desviar la atención de los medios a un nuevo punto de venta de morbo.
Y así, México se pierde en noticia tras noticia y lo que debería ser de impacto queda en el pasado.
Ni en los partidos opositores hubo reacciones a algo que debió ser cuestionado.
¡Ni en las universidades del país se dieron voces éticas al respecto!
O sea, que éste escribidor de bodrios –que no fue a la universidad- puede hacer el pacto con una para su título y encargar una tesis a quien sepa, aprenderse de memoria lo que pueda, darle una lana a los sinodales, y colgar su título para la foto del Facebook, para luego aceptar uno de esos cargos con alto salario, otro confidencial –pago a la lealtad-, camionetota y chofer, gastos de representación y viáticos, y todavía foto pagada en los diarios.
¿Cuantos titulados hay en esas condiciones; cuantos ejercen sin haber hecho lo necesario para estar capacitados?
Por eso estamos como estamos, por la deshonestidad.
Por éstos rumbos en 2000 vivimos algo parecido, con Pablo Salazar.
O sea que no es privativo del presidente y debe haber un buen de políticos «licenciados» sin serlo.
Pero me sigue extrañando el por qué desde las universidades de éste país no se levantan voces que cuestionen el suceso.
¿Será por negocio?
La verdad que soy muy mal pensado, y si se le escarba, se puede descubrir un billetote en eso de las titulaciones, ya no se diga en la aprobación de tesis, que es antes.

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