Tubo de ensayo / Rene Delios

Y es que se dejan ver como pulcros en los eventos públicos, y más pulcros son sus discursos en referencia a la fecha, en que se ven doctos en el tema y léxico, a través de textos redactados por asesores que el discursante expresa como propio aun los de enfrente en el presídium saben que como en el caso de ellos en ese pódium, otro lo hizo.
Y así, desde el presidente hasta el munícipe, hablan de lo que otros escriben, para ellos, desde luego, en exclusiva.
Eso ya lo saben los ciudadanos, que desde luego tienen muy poca credibilidad en una clase política desgasta en sí misma, por sus propios hechos y acciones de escándalo, que comprende hasta asesinatos para quitar del camino a adversarios, desde el suceso de Luis Donaldo Colosio, al que van a conmemorar en breve.
El punto es que se ha hecho evidente que el ciudadano común, tiene claro el manejo indiscriminado que se tiene con los cargos públicos, sean de confianza o de elección popular.
Los señores o señoras, en esos cargos, utilizan como propio ¡todo! cuando ese todo es de la sociedad a la que sirven o representan.
Eso ha ido desgastando la imagen del gobierno como tal, y la credibilidad de los políticos como opción para lograr una mejoría para la población que, desde hace sexenios, no ha visto mejor nivel de vida y si una depreciación del trabajo, del ingreso, de la calidad de vida.
Esa es la verdad.
Los magros logros, hacen ver en lo general a las instituciones, sea la procuración o administración de justicia, los programas productivos, el gasto social, entre otros tantos dineros destinados a cientos de instituciones federales o estatales, al uso indiscriminado de los titulares, o de representación popular.
La detención de ya varios ex alcaldes en Chiapas, refrenda ese hecho, y la pregunta es porque «no se eleva el discurso» y se llega a ex funcionarios de pasados regímenes.
La otra es que los buenos funcionarios públicos son sacrificados o nulificados, en aras de proyectar a pantomimas de sexenio como se ha visto todo el tiempo.
En un sexenio se puede encumbrar a un personaje sin prestigio, y hacerlo secretario de esto y aquello, presidente de un congreso, líder de un partido, solo por ser amigo.
Eso también ha desgastado el trabajo político en los partidos, generado corrupción política, tráfico de influencias, mala calidad de la política que es lo que padecemos hoy, y ahora, en México.
Un México que ya reclama de todo, en bloqueos, toma de edificios públicos, y otras minucias que no tienen nada que ver con una reacción social de hartazgo a la que están llevando a ésta nación con carencias y miserias acumuladas, multitudinarias, desesperadas por una situación tan paupérrima.
Así que todos los triunfalismos del oficialismo, son sinónimos de la demagogia.

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