Tubo de ensayo / Rene Delios

Nada, ni las frases mejor hechas, ni el texto mejor redactado, cambian a la realidad social -sea chiapaneca o mexicana-, que nos mantiene en la incertidumbre del ya merito de un supuesto desarrollo, desde José López Portillo.
Hemos andado por tantas sendas hacia el progreso que creo que ya caminamos en círculo, solo rodeando a la pobreza.
Y mientras -desde el siglo pasado, se ha alimentado la idea de que los países poderosos, son los grandes explotadores de América Latina; que sus transnacionales saquean y explotan las riquezas de los países y el trabajo latino, y de pronto descubrimos que sucede porque se ha permitido desde dentro, incluso en los Estados Unidos mismos, hoy en busca de instaurar un nacionalismo económico digno de las propuestas más socialistas de los setentas del siglo pasado, y que en Europa fue visto hace 48 horas como una contra de Trump al libre comercio.
Entender que es cierto en parte, advierte o redescubre que obvio desde dentro de cada nación se permitió eso. Y desde luego que se dio a falta de una responsabilidad social y honradez de los gobernantes –en especial en México de los escándalos- que, hasta la fecha, siguen tomando dinero que no es suyo, o tomando determinaciones a modo sin que éstas sean de verdadera cobertura social, en una nación que por ahora no tiene dinero ya ni para la corrupción de los corruptos, y cientos de miles pagan las consecuencias y eso es casi lesa humanidad o mínimo una traición, como debería de catalogarse ya a la corrupción en el sector administrativo nacional.
En medio de todo esto se conoció que la Auditoria Superior de la federación reclamó que de sus denuncias la procuración de justicia apenas llega al treinta por ciento de sus demandas, y entonces surge la pregunta si así, el fiscal antícorrupción debe depender de esa dependencia puesta en duda.
La suciedad de la justicia va a parejo de la corrupción misma; antes, ese oxido creaba los llamados presos políticos o de conciencia; pero también pasaba del otro lado: los chivos expiatorios: un político «en desgracia» pagaba las culpas del mandatario en turno.
Experiencias sobre eso ha habido varias, como varios han sido los mandatarios que últimamente han pisado la cárcel en el presente siglo o son perseguidos por la justicia.
De ésta manera han sido encarcelados Pablo Salazar, Andrés Granier, Guillermo Padrés, Rodrígo Medina, Tomás Yarrintong y Javier Duarte, mientras siguen en fuga Ricardo Borgue y César Duarte.
En todos los casos de éstos ex gobernadores, se dieron voces de alerta en su momento que no fueron escuchadas con la indiferencia de siempre por parte del equipo gobernante, porque no hay auditorias independientes en los estados, como tampoco en la federación, aun el ejecutivo de que se trate sea un abusivo y ladrón que atenta en contra de su pueblo.
Eso sucedió a sucedido en menos de doce años en siete entidades, Veracruz lo más escandaloso -y no sabemos a ciencia cierta no solo el monto global de lo robado por todos, sino el daño social por el desvío de financiamientos, que es otro impacto- aun las luces que indicaban el peculado más escandaloso del país en el presente siglo.
En ningún caso, en funciones, se actuó en contra de quien fuera gobernador porque el aparato en cada entidad es subordinado hasta la ignominia al ejecutivo, y así en cascada en cada dependencia con relación al titular de ésta.
La misma cosa es para con la presidencia.
Y es que no hay de otra: si el responsable primero es corrupto, lo es toda la estructura por añadidura.
Así que si esa fiscalía anticorrupción –incluyendo la de cada entidad- dependen de su procuración de justicia, depende de su poder ejecutivo, y entonces tendremos más de lo mismo, con un mayor cargo al erario, para seguir en ésta historia de simulaciones que es México.

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