Tuxtla Chico, tierra de fe, pan y chocolate

Familias enteras se congregan en las calles para elaborar a mano alfombras artísticas con aserrín de distintos colores, flores, corozo y cascabillo, elementos naturales que se conjugan para preservar la tradición del Día de la Candelaria

Darinel Zacarías / Colaboración

[dropcap]T[/dropcap]uxtla Chico es un municipio fronterizo con Guatemala, conocido por su cultura izapeña Y sus múltiples mosaicos tradicionales. Es llamado por muchos, «la Tierra de Dios» o la «de los machetes».
Hablar de Tuxtla Chico, es hacerlo del cacao como la bebida ofrecida a los dioses, del pan casero, es citar a Izapa y su historia. Es fiesta, colorido, fe, religiosidad y devoción. Más en febrero, cuando se venera a la Virgen de la Candelaria; en ese mes se conjugan el sol y las nubes y los corazones de sus lugareños se alistan para celebrar su fiesta patronal.
La Fiesta de la Candelaria es una celebración popular realizada por los feligreses; se vuelca la fe católica en ésta su tradicional fiesta.
La historia nos remonta a que la Virgen de la Candelaria apareció en Tenerife (Islas Canarias), al suroeste de España, a principios del siglo XV y precisamente en México, lo hizo en Tuxtla Chico, el 2 de febrero es día grande.
Su fiesta se celebra, según el calendario o santoral católico, el 2 de febrero en recuerdo al pasaje bíblico de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento.

¡Paso a la patrona! las alfombras artísticas

Durante los festejos de la feria de Santa María Candelaria, familias enteras se congregan en las calles de la ciudad para elaborar a mano alfombras artísticas con aserrín de distintos colores, flores, corozo y cascabillo, elementos naturales que se conjugan para preservar esta tradición.
Narra la historia que en 1994, en la avenida Aldama del Barrio de San Miguel, entre las calles Bravo y Allende Norte, a dos vecinas se les ocurrió hacer frente a sus domicilios una pequeña alfombra de aserrín y flores: doña Lesvia Cruz de Herrera y doña Gloria Morales de Guzmán. En la actualidad las alfombras sirven como preámbulo para el paseo de la Virgen de María de Candelaria.
La iglesia católica en los últimos años ha introducido nuevas formas de rendirle culto: el día 21 de enero es el cambio de vestuario a la Virgen de Candelaria que sale a la procesión y que está cerca del público, la verdadera patrona de Tuxtla Chico.
La Virgen permanece en su nicho en la parte principal del altar mayor, su ropa es del mismo material del que está construida toda la imagen.
El cambio de vestido, después de haber sido bendecido por el sacerdote, lo llevan a cabo todas las jóvenes que durante el año anterior cumplieron 15 años y lo festejaron al pie de la Virgen; y el día 22, a las 8:00 de la noche hay una procesión de velas, que sale de la iglesia hasta el pocito donde se dice que apareció. En este acto también hay música, cohetes y cánticos.

El misticismo del «pocito»

A orillas del río Izapa, prolongación de la Calle Madero, hay una pequeña vertiente de agua originada por la humedad del río que corre a dos o tres metros de distancia; se dice que la Virgen de la Candelaria se apareció en ese lugar; esa es la historia transmitida de generación en generación.
La historia de la Parroquia de Santa María de Candelaria data del año 1857, cuando fue construida por los padres dominicos después de que en el año 1700 trajeron de España, tres imágenes de vírgenes que llegaron por el mar y encallaron en Mazatán.
Posteriormente, una de las imágenes se quedó en este municipio y las otras dos fueron enviadas a Tuxtla Chico y a Tacaná, San Marcos, Guatemala; de ésta última sólo existe una réplica pues —dicen— con el paso del tiempo, la original se fue deteriorando hasta desaparecer. A partir de entonces surgen las primeras peregrinaciones en el pueblo. En los últimos años, en algunas se han conjuntado las tres vírgenes.

El desafío parroquial y la procesión a la patrona

Allá por el año de 1945, un grupo de señoras socias de la congregación del Santísimo Sacramento, encabezadas por Francisca Parra Robles, desafiando a las autoridades federales pues se violaba la ley de cultos, organizó la primera procesión fuera del templo.
Originario de la ciudad de San Marcos y vecino de Malacatán (Guatemala), un famoso «decorador» de nombre Armando Robles fue el responsable de hacer el carro alegórico para la Virgen; se trataba de una enorme fruta de granada, que abría y cerraba sus gajos, mediante un movimiento de cuerdas.
La oficina Federal de Hacienda fue avisada de lo que se pretendía y horas antes, Parra Robles fue llamada para comparecer ante don Pedro Ordóñez, titular de la misma, quien la conminó para que desistiera, haciéndole saber que se haría acreedora a penas severas, incluyendo la cárcel, a lo que ella respondió que aceptaba la responsabilidad pero que la cárcel debía ser muy grande porque la Virgen sería llevada en los hombros por miles de tuxtlachiquenses.
Fue solamente una amenaza que no llegó a cumplirse. Doña Francisca Parra Robles y Armando Robles siguieron con la tradición por otros dos años en los que los carros alegóricos fueron una paloma y un carruaje. Y de ahí, hasta hoy día, Tuxtla Chico se vuelve un pueblo lleno de fe y religiosidad.
Actualmente la tradición se ha transmitido de generación en generación; algunas mujeres como Carmelita de Vidal, Hilda la Parra, Lupita García y la familia Guzmán Morales, por mencionar algunas, continúan preservándola. La Fiesta de la Candelaria en Tuxtla Chico es una festividad llena de magia, colorido y fervor religioso que se debe vivir.

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