Un vistazo a los derechos humanos al sur de Mexico

Investigadores del Ecosur, junto con instituciones gubernamentales, llevan a cabo un proyecto para conocer las condiciones de vida de diversos sectores poblacionales en la región, con el objetivo de implementar políticas públicas para la atención de los derechos humanos

Portavoz / Ecosur

[dropcap]I[/dropcap]nvestigadores de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) colaboran con la Secretaría de Gobernación, 23 alcaldes de municipios fronterizos y con el gobierno de Alemania, en un proyecto llamado «Municipios Fronterizos en Derechos Humanos», que identifica a los grupos con mayor carga de vulnerabilidad social en la región limítrofe sur de México, como migrantes, indígenas, mujeres o adultos mayores, y diseña políticas públicas enfocadas a esos grupos.
Ellos buscan contrarrestar la violación a cualquiera de los 30 derechos humanos reconocidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El proyecto fusiona dos esfuerzos que iniciaron de manera separada: por un lado, en 2015 los académicos de Ecosur, encabezados por la doctora Martha Rojas, habían puesto en marcha un proyecto de investigación científica llamado «Miradas de la vulnerabilidad social en el sureste de México», el cual ya había hecho colectas de información en diferentes municipios que colindan con Guatemala o Belice.
Por otro lado, en 2016 surgió un acuerdo diplomático entre México y Alemania, en el marco del Año Dual Alemania-México, para promover una posible certificación a los trabajos municipales en defensa de los derechos humanos.
Antes de unirse el proyecto científico, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), con el proyecto de la Secretaría de Gobernación y los municipios, el Ecosur ya había definido un marco teórico sólido para medir la vulnerabilidad social y no sólo confundirla con pobreza o precariedad, pues hay vulnerabilidad en la infancia, en la vejez y hasta por actividad económica.
Por medio de la aplicación del marco teórico de Ecosur se encontró, por ejemplo, que el grupo humano con mayor vulnerabilidad social en el sur de México no son los migrantes, como ya se había dado por sentado; en realidad son las mujeres indígenas jóvenes. Eso ya representa un cambio en enfoques y en el balance de acciones para atención.
Ecosur también ha adoptado algunos principios teóricos de la filósofa estadounidense Judith Butler, quien dice que el primer valor a observar y defender cuando se analizan los derechos humanos es la dignidad, que es uno de los componentes de la definición de ser humano.

Línea Sur

La frontera política de México con Guatemala y Belice es una línea de mil 158 kilómetros que, del lado mexicano, toca a los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo y Tabasco. Existen once cruces oficiales que conectan a México con sus dos vecinos centroamericanos, aunque hay muchos más cruces informales. En los 23 municipios localizados en suelo mexicano existe un mosaico de al menos ocho lenguas, donde se incluye al maya yucateco, chol, tseltal, tsotsil, zoque, mame, tojolabal, chontal, que conviven con el castellano.
La composición de los asentamientos o poblados en la frontera sur es variada pero en la gran mayoría hay comunidad indígena. Durante siglos, grandes haciendas, con rasgos y estructuras distintas a las del centro de México se localizaron en Yucatán y está por precisarse qué papel desempeñaron en Chiapas, Tabasco y Campeche.
En el siglo XIX fueron muy importantes las fincas de café, cacao y plátano, particularmente en el Soconusco, así como los campamentos chicleros en Campeche.
En la actualidad los asentamientos indios van desde la dispersión como los parajes de los Altos de Chiapas hasta las aldeas y pueblos nucleados de los mayas de Quintana Roo. En la frontera sur de México también es característico encontrar ciudades rodeadas de población india como San Cristóbal en Chiapas o Carrillo Puerto, en Quintana Roo. Otro tipo de ciudades como Tapachula o Chetumal, aunque no estén situadas directamente en la frontera, son ciudades fronterizas que mantienen una intensa y continua relación con Centroamérica.
Para tener un diagnóstico científico de la población y las diferentes fuentes de daño que puede experimentar la población de esa región, en 2015 Ecosur puso en marcha el proyecto de Miradas de la Vulnerabilidad social como uno de sus megaproyectos interdisciplinarios. En este caso, hay 32 investigadores y estudiantes de posgrado que participan desde disciplinas como la demografía, sociología, agronomía, biología y en salud pública. Entre otras cosas, su búsqueda documenta casos de violencia, despojo y abusos a los que son sometidos los habitantes de la frontera y que no son visibles para los tomadores de decisiones de política pública.

Alianza

El 10 y 11 de noviembre se realizó en San Cristóbal de Las Casas, el Primer Encuentro sobre Derechos Humanos y Vulnerabilidad Social de los municipios de la Frontera Sur, como parte del proyecto piloto «Municipios Fronterizos de Derechos Humanos».
En las instalaciones de Ecosur sesionaron juntos los académicos con autoridades de la Dirección General de Política Pública de Derechos Humanos (DGPPDH) de la Secretaría de Gobernación (Segob), y del Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal (Inafed), además de alcaldes, síndicos y organizaciones de la sociedad civil de la región que se estudia.
Martha Rojas, investigadora de Ecosur, presentó el proyecto de investigación Multidisciplinario y Transversal (MT) «Miradas sobre la vulnerabilidad en el sureste de México. Mega diversidad y prácticas alternativas para el bienestar», en el que trabaja el personal académico del Departamento de Sociedad y Cultura de las cinco unidades de Ecosur.
Juntos analizaron algunas de las causas, las expresiones y los efectos de la vulnerabilidad social, así como de las estrategias y acciones para enfrentarla, desde un enfoque territorial y de derechos humanos.
Martha Rojas indicó que el objetivo de este proyecto es identificar, caracterizar y comprender las representaciones sociales de la vulnerabilidad y los derechos desde la institucionalidad pública a escala mundial, en específico de la población de los 23 municipios fronterizos del sur de México.
Ecosur también tiene como uno de sus objetivos conocer cómo enfrentan las vulnerabilidades diferentes grupos, según la condición y posición de identidad, por ejemplo: étnica, de clase, género o generación.

Cinco momentos

Ricardo Tinoco Ojanguren es académico de Ecosur y participa con la doctora Martha Rojas en el proyecto sobre vulnerabilidad en el sureste de México. En entrevista con Crónica, dijo que una segunda reunión de académicos y autoridades federales y municipales se realizará entre el 6 y 7 de diciembre, en la Ciudad de México pero que en la primera reunión se dieron cinco grandes pasos para poder implementar algún primer ejemplo de municipios en derechos humanos.
El primer momento consistió en evitar que el trabajo multidisciplinario generara una torre de Babel, para lo cual, primero acordaron cómo iban a entender todos seis conceptos básicos que necesitaban usar en común: dignidad, igualdad, justicia, derechos humanos, vulnerabilidad y grupo vulnerable.
«El segundo momento fue contestar la pregunta: «Identifica en tu territorio cuáles son los grupos más vulnerables, a qué son vulnerables y por qué son vulnerables». Esto fue interesante porque se esperaba que saliera como grupo más vulnerable el de migrantes, pero resulta que el grupo vulnerable que predomina fue mujeres indígenas jóvenes. Esto sí amplió la perspectiva», explicó Tinoco Ojanguren.
«El tercer momento fue que, a esa problemática, asóciales alguna violación a los 30 derechos humanos que reconoce la ONU y que tienes aquí. Y el ejercicio entonces era no decir qué problema de vulnerabilidad había en cada región sino cuál derecho humano se estaba violando en una u otra situación. Eso fue formativo para los alcaldes, sus funcionarios y la organizaciones sociales, porque entonces ya estábamos leyendo la frontera en clave de derechos humanos», agregó el investigador miembro del grupo de Estudios de Género, en Ecosur.
El cuarto momento fue aprender a manejar una matriz de similitud y una matriz de frecuencia, que son herramienta que los científicos importaron desde los estudios de la biodiversidad para poder hacer una clasificación de las vulnerabilidades encontradas y los derechos humanos violados. Así se empezó a ver cuáles municipios comparten, con otros municipios, grupos vulnerables y violaciones de derechos. Entonces se identifican retos compartidos por varios municipios.
El quinto momento fue llamado «Expresión territorial» y consistió en llevar esta información a los mapas de cada municipio para su localización geográfica. Los diferentes participantes marcaron en mapa la respuesta a dos preguntas: 1) Dime quiénes están ahí que se pueden considerar como grupos vulnerados y 2) Dime qué derechos se están vulnerando.
Después de estos cinco primeros pasos para fortalecer una red de trabajo compartido se planteó un sexto momento de trabajo, que se abordará en la Ciudad de México estos 6 y 7 de diciembre: «Adelantar, a partir de derechos, planes de intervención». Se dedicarán dos días para definir un plan de intervención para los municipios».

Cargas de sufrimiento

La palabra vulnerabilidad es polisémica, lo que quiere decir que significa cosas diferentes para distintos grupos que la usan. Para el trabajo de las investigaciones de El Colegio de la Frontera Sur no se quiso usar solamente el concepto de vulnerabilidad como pobreza económica, se consideraron varios otros factores que hacen que un ser humano esté en condición de vulnerabilidad, como el género o la edad. Uno de los referentes teóricos que tuvieron a la vista fue a la filósofa estadunidense Judith Butler.
«Butler plantea que la vulnerabilidad que está presente en la humanidad no está distribuida aleatoriamente, como la pobreza, sino que se distribuye diferencialmente y que la carga del sufrimiento o la carga de lo que ella llama «la violencia arbitraria», cae sobre determinados grupos como ha ocurrido con los indígenas, las mujeres y la población, en general, empobrecida por políticas económicas», indica Tinoco Ojanguren.
«Esa aproximación hacia vulnerabilidad, hacia esas violencias arbitrarias con ciertos grupos es lo que nosotros llamamos vulnerabilidad social. No es que queramos investigar la vulnerabilidad de las personas como tal, son de personas que por sus características sociales, como pertenecer a un grupo étnico, un género o una edad, reciban una carga de vulnerabilidad social desproporcionada», añadió.
El grupo de investigadores de Ecosur también asume que la vulnerabilidad social también es influida por la edad de las personas, por ejemplo la manera como el envejecimiento aumenta la vulnerabilidad de quienes no han tenido acceso a un sistema de ahorro, retiro o atención médica. También se incluyen otros factores de vulnerabilidad, como el contagio de ciertas enfermedades, como el VIH en la frontera sur.
El proyecto de Ecosur todavía cuenta con dos años más de vigencia, de acuerdo a como fue planteado de manera original.

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