Vica, pionera en educacin vial

Puede sentir los guantes enfundados en sus manos que sujetan el volante. Está dentro de un coche de carreras a punto de competir por la bandera a cuadros, cuando de pronto, abre los ojos y el sueño de la niña de 12 años ha terminado

Julieth Rodríguez

[dropcap]S[/dropcap]e escucha el sonido del motor en aceleración. A través del parabrisas se percibe cómo se extiende la carretera del circuito; Vica puede sentir los guantes enfundados en sus manos que sujetan el volante. Está dentro de un coche de carreras a punto de competir por la bandera a cuadros, cuando de pronto, abre los ojos y el sueño de la niña de 12 años ha terminado.
Ahora Vica, Rosayra Irla Calderón del Villar, tiene una escuela donde ha impartido clases de manejo, educación vial y principios de mecánica a los habitantes de Tuxtla Gutiérrez.
—Platiqué con mis papás y les dije que soñaba con ser corredora de autos. Luego quise enseñar a manejar a las personas, porque muchos no lo hacen bien…ya no hay respeto, ni por las damas, ni por los de la tercera edad, ni siquiera por los animales.
A los 13 años aprendió a manejar, «hasta para ir por las tortillas iba en carro»; y a los 16 años con la ayuda de sus padres fundó la primera institución de su tipo en la ciudad, a la que bautizó como «Vica». Su abuelo, el juez Belisario del Villar, le regaló el primer auto, un Volkswagen de agencia, que utilizó para instruir a sus estudiantes. Sus instalaciones denominadas ahora Autoescuela de Manejo de Doble Control «Vica» se ubican en la avenida 1ª Norte Oriente, entre 8ª y 9ª Oriente.
—Mis alumnos dicen que soy brava, pero no es eso, soy estricta. A mí me enseñaron militares y mi instructor me decía que cuando nos tocara mandar, debíamos hacerlo con rigor.
Durante sus clases, antes de abordar un vehículo, sus alumnos tienen que practicar ejercicios con las piernas a manera de que los músculos de la extremidad se ablanden. El segundo día les instruye acerca del interior de coche y de los elementos del tablero.
—Les aclaro que en ese aparatito que tiene cuatro llantas, si no ponen atención en lo que están haciendo, una de dos, te matas o matas.
En comparación con otras escuelas de manejo, ella registra las asistencias de sus estudiantes, establece calificaciones de acuerdo a las evaluaciones que aplica y entrega constancia avalada, la que acompaña con observaciones escritas. En los años que lleva de instructora y directora, sólo ha otorgado un 10.
Asimismo enseña cómo actuar ante una avería de la unidad, pues estudió ingeniería mecánica aunque truncó su preparación, sin embargo, está capacitada para enseñar lo básico de mecánica automotriz.
—Desmonto llantas y sé colocarlas. Me meto debajo de los autos para arreglarlos, no le tengo miedo a la gasolina. También compro carros, los desarmo, arreglo y los vendo.
Para ello, Vica aprendió también con maestros en talleres mecánicos. Ariosto Estrada, de San Fernando, fue el primero que la instruyó. Ahora ella es capaz, con sólo subir a un auto y escuchar cuando lo ponen en marcha, de identificar el problema que causa su falla.
Ni una sola vez ha protagonizado un accidente que amerite que ella salga entre las páginas de «nota roja», y ante todo siempre «me gusta ser derecha», refiere. Ahora tiene una sucursal de su establecimiento en Palenque, y asegura que el dinero no es lo que persigue, sino mejorar a la ciudadanía, pues aunque no cumplió el sueño de su infancia, colabora para que las calles de esta ciudad sean más seguras.

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