Uno de los principales retos en la aplicación efectiva del Protocolo de Estambul consiste en el mal uso que las autoridades mexicanas hacen de él
Diana Hernández Gómez / Cimac Noticias
Ciudad de México.- Poco a poco, la violencia obstétrica ha sido reconocida como uno de los métodos de tortura usado específicamente contra las mujeres. De acuerdo con Edith Escareño Granados, coordinadora general del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (CCTI), estas prácticas se han hecho más visibles en México.
Durante un conversatorio sobre los nuevos retos ante la actualización del Protocolo de Estambul, celebrado este martes 12 de julio, Edith Escareño estuvo acompañada de otros miembros del CCTI y diversas organizaciones. La también psicóloga abordó las modificaciones que se hicieron a dicho protocolo este 2022.
En una de sus participaciones, la coordinadora del CCTI afirmó que la violencia obstétrica y sexual han ampliado el panorama sobre lo que implica la tortura en México. En este sentido, consideró necesario observar con detenimiento cómo las modificaciones del Protocolo de Estambul contribuyen a la investigación de estas prácticas.
Tanto Edith Escareño como Felicitas Treue –quien también es parte del CCTI– coincidieron en que identificar este tipo de tortura es complicado cuando las autoridades no tienen una preparación adecuada: puede caerse en la revictimización o intimidación que impida a las víctimas hablar abiertamente sobre sus casos.
La situación actual de la violencia obstétrica como tortura en México
En 2019, diversas organizaciones de la sociedad civil entregaron un informe sombra sobre la situación de la tortura en México frente al Comité contra la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según este documento, entre 2014 y 2018, la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) registró 474 quejas de mujeres por diferentes manifestaciones de violencia obstétrica.
De acuerdo con el relator Especial sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, Nils Melzer, cuando instituciones del Estado como hospitales públicos son quienes ejercen este tipo de violencia, entonces se habla de una forma de tortura.
En 2017, el relator también advirtió que dicha práctica es un «problema serio» en México. Ese mismo año, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió una recomendación general ante la persistencia del problema.
A pesar de esto, el país sigue registrando casos como el de Irene Cruz Zúñiga, mujer de la comunidad indígena na savi, a quien le implantaron un dispositivo intrauterino (DIU) sin su consentimiento en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social. De acuerdo con el informe sombra de 2019, las comunidades marginadas sistemáticamente son de las más afectadas por estas prácticas.
Debido a esto, las y los asistentes al conversatorio sobre las modificaciones al Protocolo de Estambul coincidieron en la importancia de tomar las recomendaciones de estas guías para hacer más eficaz la identificación de las violencias.
Trabajo complicado por las negligencias estatales
Para Edith Escareño y Candelaria Castellanos, abogada del Comité de Defensa Integral de Derechos Humanos (Código DH) en Oaxaca, uno de los principales retos en la aplicación efectiva del Protocolo de Estambul consiste en el mal uso que las autoridades mexicanas hacen de él.
Para las activistas, aquí y en otras partes del mundo, instituciones como las fiscalías reducen el protocolo a una guía de cómo debería hacerse un dictamen médico. Además, es el único país que exige que el dictamen sea elaborado por peritos certificados, aun cuando la Organización de las Naciones Unidas no lo recomienda.
En opinión de ambas especialistas, esto entorpece la identificación y atención de los casos de violencia obstétrica ejercida como tortura. A esto se suma la actitud intimidante y falta de ética del cuerpo policial al tratar con las víctimas.
Por otro lado, Edith Escareño señaló que las autoridades suelen usar el Protocolo de Estambul de forma equivocada para retrasar los casos intencionalmente. Así –mencionó la psicóloga– se llega absurdos como descalificar la validez de pruebas fotográficas únicamente porque no están tomadas con el tipo de cámara recomendado en el Protocolo.
En este sentido, Felicitas Treue remarcó que una de las modificaciones más importantes en el documento es la inclusión de un capítulo donde se explica el uso correcto del manual para las autoridades.
El Comité contra la Tortura de la ONU ha determinado que México no cumple con un trabajo satisfactorio para prevenir y sancionar las diversas manifestaciones de tortura presentes en el país.
Para las y los participantes del conversatorio celebrado este 12 de julio, es urgente la aplicación correcta del Protocolo de Estambul. Por ello, esperan que las variaciones en el manual finalmente generen un cambio en las deficiencias de las instituciones mexicanas.