La cantautora de «Canción sin miedo» ofreció un concierto en Tuxtla Gutiérrez
Sandra de los Santos / Aquínoticias
Quienes la escuchan lo hacen en silencio, ponen atención a lo que cuenta, cada canción es una historia, un sentimiento nombrado, un discurso consciente que busca la reivindicación o empoderamiento de las mujeres. La cantautora Vivir Quintana ofreció un concierto este sábado 19 de junio por la mañana en la calzada de las personas ilustres en Tuxtla Gutiérrez.
Como parte de las actividades para promover el Mercaditos Las Tuxtlecas, el Ayuntamiento de Tuxtla organizó un concierto en el que participaron: Marimberas Orquesta, Vivir Quintana y Dancing Queens.
Aunque la promoción del evento fue limitado para evitar una gran conglomeración, al concierto asistieron un centenar personas la mayoría de ellas mujeres jóvenes.
La cantautora de «Canción sin miedo», que se ha convertido en un himno feminista en México, subió al escenario con su guitarra y pidió a las asistentes que se acercaran lo más posible así que el concierto, de poco más de una hora, se convirtió en algo íntimo.
La cantante, originaria de Coahuila, ha compuesto alrededor de 150 melodías, algunas de ellas las interpretó el sábado como: sorora y enamorada. Pero, también cantó algunas muy conocidas, que les son muy significativas aunque no las haya escrito ella, como: no hay novedad y cucurrucú paloma.
La última intepretación del pequeño concierto fue: canción sin miedo. «Que tiemble el Estado, los cielos, las calles/ Que tiemblen los jueces y los judiciales/ Hoy a las mujeres nos quitan la calma/ Nos sembraron miedo, nos crecieron alas» se escuchó en la calzada de las personas ilustres no solo en la voz de Vivir, sino de las mujeres que se reunieron en el lugar.
Después de interpretarla, le pidió a la cantante chiapaneca Joss Ramírez subir al escenario para cantar con ella una parte de la melodía, después se unió la artista Oaxaqueña, Jacinta Fuentes, quien lleva muchos años radicando en la entidad.
Jacinta interpretó una versión propia de la canción en la que nombra a las mujeres víctimas de feminicidio de Chiapas «soy Mariana, soy Paola y soy Yuridia…Soy Wendy, Viridians y Tatiana». Fue quizás el momento más emotivo del concierto porque se oyeron los nombres de las mujeres por las que se ha marchado en las calles de Tuxtla, de historias que se conocen y que para muchas son cercanas. A diferencia de la canción original que termina con una parte del himno mexicano, la versión que interpretó concluye con una estrofa del himno a Chiapas «que se olvide la odiosa venganza, que se olvide por siempre el rencor, que una sea nuestra hermosa esperanza y uno solo también nuestro amor».
No fue azaroso que Vivir Quintana haya subido al escenario a las cantantes locales, lo hace de manera cotidiana. Recuerda cómo Mon Lafarte hizo lo mismo con ella y eso le abrió varias puertas en la música, que es un lugar difícil para las mujeres. Así que es consigna personal para ella compartir el escenario con otras compañeras.
«A mí que no me digan que no hay mujeres cantautoras porque yo ahorita mismo puedo darles una lista de por lo menos 200 mujeres que están escribiendo y haciendo música en todo el país, lo que pasa es que esta industria, como muchos otras, es muy difícil para nosotras, para darnos a conocer, para mostrar nuestro trabajo desde nuestras convicciones» dice Vivir Quintana en una entrevista que nos concedió después de su concierto.
La cantautora es de fácil trato y buena conversadora, es la segunda vez que visitó Chiapas, la primera fue hace dos años en un viaje que hizo con sus padres; pero el estado siempre le ha producido mucha añoranza por el movimiento de las mujeres zapatistas.
Vivir Quintana empezó a escribir a los 16 años y el feminismo le llegó hasta 9 años después. Como muchas otras mujeres era feminista sin saberlo, sin siquiera darse cuenta que tenía años de tener una práctica feminista.
Las letras de las canciones que escribía ya hablaban del amor en libertad, el empoderamiento de las mujeres, la importancia de decidir sobre el propio cuerpo; pero no sabía que todo eso era feminismo.
«Recuerdo muy bien que fue hace 10 años que estábamos con unas amigas tomando unas cervezas y jugando uno cuando empezamos a hablar del tema; pero en ese entonces se tenía mucho la idea que ser feminista era odiar a los hombres, y se nos metió la curiosidad por ver realmente qué era el feminismo y a esa hora nos pusimos a buscar y cuando leemos, y vemos todo lo que significa nos damos cuenta que éramos feministas» rememora Vivir.
A partir de ahí fue más consciente de su práctica, de lo que escribía y lo que buscaba con su música. Aunque llevaba años cuestionándose las desigualdades, lo que tienen que padecer las mujeres en la industria musical.
«Estuve cantando y tocando durante seis años en un mariachi y de repetir tanto las canciones me fui dando cuenta de todo el discurso de odio contra las mujeres que es disfrazado de amor. Las mujeres cuando empezamos en esto y tenemos una tocada no podemos ir o regresarnos en transporte público con nuestros instrumentos y tenemos que pagar taxi, aunque en eso se nos vaya lo que hayamos ganado ese día» cuenta la cantautora junto con otros ejemplos cotidianos de lo que es para ellas trata de vivir de la música. Los casos constantes de acoso, las carteleras llenas de hombres y los sueldos precarios.
En una época en donde la música exige tanto mover el cuerpo, y el género regional mexicano está en un lugar muy oscuro de misoginia; Vivir regresa a este género con otros discurso y también a recordar un poco lo que significó antes la música de protesta o la trova en los movimientos sociales.
Para la cantante también es importante hablar del amor libre, la bella vida, los momentos felices dentro del feminismo porque quiere hablarle de ello a las mujeres de 14, 16, 18 años que la siguen, que cantan «Canción sin miedo» en las manifestaciones, que cuestionan las desigualdades, a esas jóvenes que dice: «admiro tanto».
Las mujeres aunque sean de distintas edades, del norte o sur, de las periferias o las ciudades, se pueden encontrar en la música, en las manifestaciones artísticas, cuando cantan y nombran a las víctimas de feminicidio, cuando dicen: «Cantamos sin miedo, pedimos justicia/ Gritamos por cada desaparecida/ Que resuene fuerte «¡nos queremos vivas!»/ Que caiga con fuerza el feminicida».