Voz Pública

A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Queso que no es queso En el campo mexicano, producir leche se ha vuelto un oficio de resistencia. Mientras los pequeños ganaderos ordeñan cada mañana menos de cien litros que

La Esquina Rota / Francisco Félix Durán

Pleasure, las mujeres deberían tener más poder con relación a lo que les pasa en el trabajo El mundo del porno está lleno de actrices que con la explotación de

Catarsis / Víctor Rene Aguilera Osuna

Para la sinaloense más chiapaneca que conocí Entre los antiguos griegos, se definía como una purificación, un ritual de personas o cosas afectadas de alguna impureza. Es el efecto purificador

A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La tiranía de la mediocridad La moda ideológica del momento es descalificar el mérito. No importa si se llama progresismo sentimental, sociología de PowerPoint o pedagogía motivacional: todos coinciden en

Palabras Claras / Silvano Bautista

En Palacio ven fantasmas En palacio nacional ven fantasmas. Ven fantasmas que no existen. Para el gobierno federal cualquier protesta o manifestación de rechazo al régimen de la 4T es

A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La tremenda Corte La función esencial de un Poder Judicial en una democracia moderna es muy simple: dar certeza. Certeza de que las reglas no cambian a capricho, de que

A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

¡Ahí viene el lobo! Por más que algunos insistan en leer el mundo con lentes de otra época, las urnas están hablando con una claridad que les incomoda: la derecha

Jaque con Dama / Irma Ramírez Molina

Ahora todas quieren por Tuxtla Todas las mujeres políticas inmiscuidas directa e indirectamente, quieren ser candidatas a lo que sea por Tuxtla Gutiérrez, una ciudad por la que no han

Tiro a la canasta/ Javier Aguilar Roque.

El básquet mueve a México Pasados días el equipo de Guaycuras de La Paz, se coronó campeón de CIBAPAC barriendo a sus oponentes de Ensenada, Lobos. Una magistral demostración de

A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La traición al campo Siete años bastaron para comprobar que al campo mexicano no se le gobierna con discursos, ni con “amor al pueblo”, ni con la fantasía de que