¿Y si la Cámara de Diputados se queda sin cabeza?

El bloqueo en la Cámara de Diputados por la presidencia de la Mesa Directiva amenaza con dejar al Congreso sin conducción y abrir una crisis constitucional inédita

En San Lázaro la tensión crece: Morena y el PAN no logran ponerse de acuerdo sobre quién presidirá la Mesa Directiva y la fecha límite ya está encima.

El coordinador morenista Ricardo Monreal confirmó que su bancada ha rechazado cinco propuestas panistas, incluida la diputada Kenia López Rabadán, quien era la apuesta más visible del blanquiazul. Aunque la ley establece que el segundo año le corresponde al PAN, Morena insiste en que no es cuestión de turno, sino de perfil.

El problema es que este pulso político amenaza con derivar en algo más grave: una crisis constitucional. Monreal advirtió que, si no hay consenso antes del 5 de septiembre —cuando termina la gestión de Sergio Gutiérrez Luna—, la Cámara de Diputados podría quedarse sin presidencia. La Ley Orgánica del Congreso no prevé qué hacer en caso de vacío, y ese hueco jurídico dejaría a México en un terreno inédito.

¿Qué significa esto? Que sin cabeza en San Lázaro no hay conducción del Pleno, no se pueden votar acuerdos ni leyes, y el Poder Legislativo quedaría paralizado justo cuando Morena necesita mostrar cohesión y control político. Para la 4T sería un golpe de imagen: pasar de la narrativa de “gobernabilidad” a la escena caótica de un Congreso descabezado.

Monreal intenta ganar tiempo, negociando un perfil panista que su bancada acepte. Del otro lado, el PAN juega su carta política con Kenia López y otros nombres, consciente de que este forcejeo puede costarle caro a Morena en términos de legitimidad y credibilidad democrática.

El Partido Verde, con su habitual pragmatismo, intentó minimizar la situación: “no hay plazos fatales”. Pero en los hechos sí los hay. Si no se resuelve, México amanecerá con un Congreso atado de manos.

La Cámara baja está en riesgo de convertirse en un símbolo de parálisis. Y Morena, que tiene la mayoría, podría cargar con la responsabilidad de dejar al país sin conducción legislativa.

La pregunta que flota es simple y brutal: ¿quién se atreve a dejar a México sin Congreso por una pugna de nombres?

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