𝐃𝐢𝐩𝐮𝐭𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐩𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐝𝐬𝐜𝐫𝐢𝐩𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐒𝐚́𝐡𝐚𝐫𝐚 𝐌𝐮𝐧𝐢𝐫𝐚

Este es un análisis sobre las críticas de colectivos LGBT+, el papel de las autoridades electorales y los vacíos legales que permiten la usurpación de espacios destinados a grupos vulnerables. ¿Puede la política actual garantizar una representación auténtica?

Aquínoticias Staff

Texto: Selene Alvarez, Fermin Rodríguez González y Edén Bernal

La aprobación de la diputación en favor de Sáhara Munira José Flores, representando a la comunidad de la diversidad sexual, ha puesto en el foco del análisis si en política se cumplen con las normas establecidas en la ley electoral o bien, sí ésta adolece de vacíos legales para las designaciones de representantes populares por la vía de la representación proporcional, mejor conocida como plurinominales.

Una vez realizada la elección, el partido Morena Chiapas colocó en la lista a Sáhara y a Tere Campos, ambas representando a los colectivos LGBTTTIQ+. Desde el registro de la fórmula, Sáhara como propietaria y Tere como suplente, no hubo ninguna diferencia. No se presentó inconformidad alguna, hecho que le permitió al IEPC aprobar el registro de ambas contendientes.

Sin embargo, diferencias en la interpretación de la ley generó una serie de impugnaciones que el máximo electoral federal determinó darle el aval a Sáhara Munira y por consiguiente la desaprobación del dictamen por parte de la comunidad sexual por la razón de que José Flores no es parte de la comunidad, aunque, bajo presión mediática, se dijo lesbiana y hasta descendiente de una madre que tuvo esa misma condición.

El diferendo surge cuando se cita que este espacio debe pasar de una autoadscripción simple a una calificada, y de esta manera hacer valer las acciones afirmativas en favor de los grupos vulnerables. Este hecho fue avalado por el Tribunal Electoral del Estado de Chiapas, pero desechado por el órgano federal por circunstancias que no quedaron claros al presentarse omisiones en el papeleo a la hora de impugnar.

Tere Campos, reconocida como lesbiana, está en desacuerdo con que este logro de la comunidad LGBT siga el mismo camino que los espacios otorgados a las mujeres o personas de origen indígena, donde ha habido simulación, como el reciente caso del ex auditor superior del estado, José Uriel Estrada Martinez, quien ostenta una diputación por el distrito 8, con cabecera en el municipio de Simojovel, quien sin ser indígena, usurpa una curul que le corresponde a los grupos étnicos.

Para obtener la candidatura, Sáhara dijo ser bisexual; sin embargo, colectivos LGBTI+ evidenciaron su condición heterosexual y su matrimonio con Fitzgerald de León Villar, hermano de la senadora.

Sáhara Jose Flores respondió a las críticas a través de un comunicado, en el que defendió su vinculación personal con la comunidad LGBTTTIQ+. Aseguró que su nombramiento cumple con los requisitos del partido Morena y que su posición en la lista plurinominal también respeta la cuota de jóvenes y rechazó las acusaciones de usurpación.

“El reto en el tema de la autoadscripción es cómo demostrar lo que dice, su autoreconocimiento, particularmente en el caso de la preferencia sexual”, comentó en una entrevista la consejera presidenta del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana Chiapas, María Magdalena Vila Domínguez.

“Aquí hay un factor importante, el derecho que tiene la persona de hacer o no visible su preferencia sexual, como lo ha dicho la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, es algo tan íntimo, tan privado, que de no ser respetado se estaría vulnerando un derecho”.

No obstante, recordó que esta sala también se pronunció recientemente sobre este tema, al señalar que aquellas personas que busquen una representación LGBT, deben hacer pública su autoadscripción de género; si buscan ese espacio deben cumplir con este requisito.

“El punto fino es cómo lo demuestra la persona, entonces las autoridades tenemos que sentarnos a revisar cómo poder impulsar estas representaciones políticas, pero que sean reales y verdaderas”.

En Chiapas, la autoadscripción simple a una candidatura o cargo público por acción afirmativa se ha vuelto un grave problema, porque aún hay personas que se registran y son señaladas por no pertenecer a una comunidad quitándole el espacio a quien le pertenece.

Gisela Rincón Arreola, secretaria de Estudio y Cuenta en el Tribunal Electoral del Estado de Chiapas (TEECH), hizo recordar que años anteriores, era el mismo problema con los espacios para las comunidades indígenas, ya que los partidos políticos registraban candidatos que no pertenecían a este tipo de población; por lo que, optaron por hacer una autoadscripción calificada.

En el caso para registrarse a un cargo público perteneciendo a la comunidad LGBT, aún se sigue manejando la autoadscripción simple; la cual no pide muchos requisitos y solamente basta mencionar que sí pertenece al grupo de la diversidad sexual. Esto ha ocasionado que varios quieran fingir ser de esta comunidad quitándoles los espacios a quienes si forman parte.

“Existe un formato que se llama autoidentificación a la diversidad sexual; el cual solo basta mencionar que, si pertenece a la comunidad LGBT de buena fe y ya con eso, el IEPC ya no le pide mayor prueba”, dijo la funcionaria del TEECH.

“También, debería de pedirse una autoadscripción calificada en donde se emita algo que avale que, si pertenece a la comunidad LGBT+, pero claro, sin exigirles que lo comprueben en cuestiones personales porque sería discriminatorio y contradictorio”, precisó.

Oswaldo Chacon Rojas, especialista en materia electoral, sostiene que la entidad ha sido un mal ejemplo en el país de cómo esas malas prácticas utilizan subterfugios y trampas para que, de manera falsa, se encarguen de simular el cumplimiento de estas acciones afirmativas.

Responsabilizó al Tribunal Electoral Federal como el órgano que ha solapado todos estos actos de simulación y usurpación de candidaturas. Recientemente, se supo el caso de Tere Campos, quien, si pertenecía a la comunidad LGBT+, le quitaron una curul en el Congreso del Estado de Chiapas para dársela a Sáhara Munira por tener “influencias dentro de la política”.

“Estos asuntos llegan en última instancia en el Tribunal Electoral Federal y cuando ha existido voluntad y compromiso con la sociedad, se han revocado candidaturas falsas; pero, en Chiapas, ocurre todo lo contrario y los grupos vulnerables son los más desfavorecidos, pese a tener elementos sospechosos”, sostuvo
En tanto que Sáhara Munira, en su defensa, dijo que como diputada defenderá a todos los sectores de Chiapas, incluidos a los integrantes de la diversidad sexual, y al mismo tiempo, se deslindó de los comentarios vertidos en medios de comunicación y redes sociales, en el sentido de que su curul está copada de inconsistencias, como el que su cuñada Sasil De Leon Villard haya metido las manos en su designación y por no representar a la comunidad sexual por la que el partido Morena la inscribió, primero como suplente y para sorpresa de la propia Tere Campos, terminó siendo propietaria en la diputación.

“En sí no hay un colectivo, una asociación que selle que la persona es de la diversidad sexual, eso es de sentimiento, es de sentir. No hay como que alguien me bautice y diga tú sí vas a ser gay, no; siento yo que si me considero así hay que respetar. Ya es de la privacidad de cada uno”, señaló.

Lo cierto es que, en este caso, donde ya no hay vuelta de hoja porque a Sáhara ya no le pueden quitar la titularidad de la diputación, tanto el Honorable Congreso del Estado de Chiapas como los propios órganos electorales y los partidos políticos, tienen que trabajar en la eliminación de las lagunas legales que deben tener quienes aspiren a un puesto de elección popular.

Las condiciones o requisitos para poder hacerse de una diputación plurinominal tienen que quedar bien asentados en las leyes reglamentarias electorales tanto en el caso de quienes forman parte de la diversidad sexual, como de los pueblos indígenas, porque hay cada vacío legal que cualquier hijo de vecino, con poder, claro está, se hace de esta cartera legislativa.

Este es un trabajo colaborativo de estudiantes de la Maestría en Periodismo de la Universidad Salazar

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