Al Son del texto / Tina Rodriguez

Resulta por demás fuera de foco impulsar la idea de que gente del PVEM llegó a las instalaciones del PAN municipal en la capital del estado a intentar perjudicar una elección interna panista a dirigencia nacional, que ni les va ni les viene, y sí podría ser utilizada en contra del gobierno estatal, al que desde luego los seguidores del PAN empezaron a culpar desde las redes sociales.
Es decir que la intención fue esa: crear la imagen de que el PVEM busca la confrontación y esa es una posición muy distante, pues en verdad ya se hubiera dado, y es más frecuente observar ahora agresiones de panistas al verde y al gobierno estatal que al revés.
Se insiste que no es cierto que «Tuxtla despertó» por defender el triunfo panista; tampoco lo es que lo hizo por reiterar el triunfo del verde ecologista; entre ambos no lograron la participación de cincuenta mil personas en sus marchas coincidentes, como para que hablen de «todo» Tuxtla; la verdad no llegan ni al diez por ciento –entre los dos partidos- con votos, de la población global con credencial de elector en la capital del estado.
La gente –la mayoría- ni siquiera participó en favor de ninguno de los dos partidos y sus candidatos: la verdad con sus apuntes incendiarios, con sus rivalidades políticas algunas ofensivas –incluso entre amigos- solo contaminan sus respectivas relaciones. La mayoría de los tuxtlecos está ajeno a lo que no les importó: votar y sus secuelas.
No están pendientes del proceso de impugnación, y contrario a que lo que dicen de éstos fue irresponsabilidad cívica no votar, es más hartazgo social del que imaginan, en el entendido de que, ambos partidos ya fueron gobierno en su momento con Chacha Pariente –en ese entonces del verde- y tres alcaldes panistas al hilo, incluyendo a Paco Rojas.
Y la verdad en ninguno de los dos casos podemos hablar de gobiernos boyantes, de alto impacto o beneficio social porque no es cierto.
Incluso el hoy ex aspirante panista fue cuestionado por un bono no justificado más que por el cabildo que le dio la viabilidad y fueron cobrados por todos sus funcionarios municipales, y eso que hablamos de una ciudad que, esos dineros del bono, bien le hubieran servido para otras cosas mejores que los bolsillos de los integrantes de esa administración, que sucedió Vitoria Rincón y luego de ella llegó Juan Sabines del PRI en ese momento, de ahí Rosario Pariente, se insiste, del PVEM.
Pero los políticos a veces se sienten iluminados, los portadores de la verdad y no es el caso tuxtleco: la mayoría no votó por ninguno de los dos, y ni le da seguimiento a lo que sucede, algo preocupante al menos para los partidos de todas las siglas, porque su razón es el voto, no el abstencionismo que desde luego, tiene una explicación.
Pero o no la quieren encontrar y menos discutir dicho origen de la falta de credibilidad.
Porque en lo general, en la entidad, no votó el 52 por ciento de la gente con credencial de elector, y repartiendo entre todos los partidos el 48 por ciento que sí lo hizo, pues cómo que no tienen la representación o el arrastre que dicen, obvio incluyendo al PVEM, que es el partido que ahora llaman «de estado».
Ni al caso: de serlo no le hubieran dado tan cerca a su orgullo de triunfador adelantado en la capital del estado.
La otra real es que ya se judicializó el proceso; ya ni al caso salir a las calles. El resultado ya no quedó en la resultante del voto. Decidirán otros –siete magistrados- por «todos» los tuxtlecos.

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