Por una alimentación sin doble cara / Claudia Corichi

La ofensiva de las empresas para regular e incluso revertir el etiquetado frontal de advertencia en productos ha sido frenada en la Suprema Corte. Este lunes el máximo tribunal avaló por unanimidad de sus integrantes la constitucionalidad de las reformas a la Ley General de Salud y la Norma Oficial Mexicana 051 que obligaron la colocación de sellos de advertencia sobre azúcares, grasas y sodio en alimentos procesados y bebidas desde octubre de 2020. La Organización Panamericana de la Salud refiere que México ocupa el segundo lugar en ventas de productos ultraprocesados.

Se trataba de la tercera votación que negaba el amparo a empresas refresqueras y procesadoras de alimentos enlatados; en las sesiones del 8 y 9 de abril la Corte también determinó la constitucionalidad de las medidas. Dicho etiquetado busca proteger los derechos a la salud, a la alimentación nutritiva, a la protección del consumidor y el interés superior de la niñez.

El Instituto Nacional de Salud Pública señala que un 74% de la población en general y 85% de madres y padres de familia aprueban el etiquetado sobre los empaques y un 85% de niñas y niños refieren comprender su significado. La batalla, sin embargo, es más compleja. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, en México la prevalencia de sobrepeso en menores de 5 a 19 años es alta, del 35%.

Unicef considera que los entornos alimentarios obesogénicos (donde se promueve el consumo elevado de energía y el comportamiento sedentario) y los estilos de vida urbanos contribuyen en gran medida al sobrepeso y su condición más severa, la obesidad; en América Latina el sobrepeso afecta a 49 millones de niñas, niños y adolescentes. En contrapartida la desnutrición crónica (retraso del crecimiento) también es un problema de salud pública en nuestro país al ubicarse por encima del promedio en la región.

Las estrategias de mercadotecnia de las compañías globales de alimentos son agresivas, envolventes y de alto poder persuasivo. El reporte Marketing digital de alimentos y bebidas no saludables de Unicef encontró que las medidas de confinamiento por la pandemia aumentaron las horas de exposición a pantallas en menores y con esto, la exposición a este tipo de productos en el entorno digital cuyo único fin es la ganancia.

El abanico de prácticas nocivas es amplio. Un revelador estudio de la ONG Public Eye descubrió que la multinacional Nestlé agrega altos niveles de azúcar en productos para bebés que comercializa en los países en desarrollo, convirtiendo después a niñas y niños en adictos a la azúcar, algo que no sucede en sus principales mercados europeos. Según el estudio, en el caso de Nido, marca insignia de leche de crecimiento, el producto con más concentración de azúcares añadidos se encontró en Panamá, Nicaragua y México. Los sucedáneos de leche materna nos engañan y generan enormes daños, también enormes ganancias.

Vivimos una guerra comercial de poderosas firmas que buscan anteponer sus intereses económicos sobre la salud de la población mediante su capacidad de lobby y argucias publicitarias que saturan el espacio digital. El Estado es responsable de promover el derecho a la salud y una buena alimentación y la sociedad civil, de tomar conciencia y empujar cambios profundos para tener generaciones sanas.

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