En la Mira / Hector Estrada

Zonas Económicas Especiales ¿Rumbo al fracaso?

A sólo semanas de cumplirse un año de lanzamiento de las denominadas Zonas Económicas Especiales (ZEE), en las cinco entidades seleccionadas para albergar estos sitios de beneficios fiscales la zozobra y es desplome económico parecen haberse convertido hasta el momento en los primeros efectos reales.
Aunque resulta muy prematuro esperar resultados de crecimiento económico palpables en tan «poco tiempo», los datos emitidos por el Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del INEGI, deja de manifiesto un escenario distinto a las expectativas optimistas que aseguraban una casi inmediata oleada de inversiones a estas regiones.
Según el ITAEE, durante el primer trimestre del año, las cinco entidades del país que hoy albergan una de las Zonas Económicas Especiales (Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Chiapas) presentaron variaciones negativas en lo que respecta a su actividad económica; en comparación con el mismo periodo del 2012.
Los mayores desplomes se registraron en Guerrero y en Michoacán con caídas económicas de 12.4 y 10.7 por ciento, respectivamente. Les siguieron Oaxaca con -6.8 por ciento, Veracruz -2.8 por ciento y Chiapas -2.1 por ciento; convirtiéndose también en los estados del país con los desempeños más preocupantes del presente año.
A las graves caídas en la actividad económica se suma el hecho de que estos cinco estados ostentan una tasa de informalidad laboral por encima de 69 por ciento de su población ocupada. Los peores indicadores de México. El primer lugar lo tiene Oaxaca con 81.45 por ciento de sus ocupados en el mercado de la informalidad, seguido nada más y nada menos que por Chiapas con un 79.51 por ciento de su población en la misma informalidad laboral.
Uno de los factores del atraso económico es el comportamiento que ha tenido la Inversión Extranjera Directa (IED) en los últimos años dentro de estos estados. Al comparar la entrada de capital extranjero entre 2011 y el primer semestre del 2013, contra el periodo que abarca del 2014 a la primera mitad de este año, sólo la economía veracruzana mostró un aumento en esta variable. En las otras cuatro entidades la inversión extranjera simplemente se vino abajo.
Los indicadores publicados por el INEGI dan sustento a los argumentos que muchos expertos han sostenido con respecto al inminente fracaso de esta estrategia gubernamental que, de manera sesgada, garantiza la aceleración del desarrollo económico en estados empobrecidos con la sola aplicación de «atractivas» zonas de beneficios fiscales.
Los que saben, aseguran, con mucha razón, que la atracción de inversiones va más allá de la eliminación o reducción de impuestos. Se trata de un asunto con mayor trasfondo, donde también tienen que ver (y mucho) las garantías de gobernabilidad, seguridad, paz social y justicia que se ofrece a quienes buscan invertir su capital. No es casualidad que las ciudades o estados con mejor calidad de vida, sean generalmente las que mayor inversión privada reciben.
Como bien señala Samuel García en su análisis al respecto, aunque el desarrollo económico de entidades como Chiapas, Michoacán, Oaxaca y Guerrero es deseable para todos, éste siempre será retórico e irreal mientras no exista la presencia de un Estado de derecho, ya que difícilmente habrán condiciones para la inversión en regiones empobrecidas, llenas de violencia, sin ley y con corrupción rampante.
Estados como Chiapas requieren de mayores condiciones integrales para convertirlas en verdaderos atractivos para inversionistas. Sin embrago, hoy la realidad no resulta tan alentadora. Por eso los resultados positivos de la estrategia (ZEE) podrían demorar más de lo previsto e incluso nunca ser tan alentadores como los prometidos «con bombo y platillo». Por lo menos no mientras la ingobernabilidad y el abuso de poder sean el pan cada día.

 

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