A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

El regreso a la barbarie

La trampa de la consulta popular para «enjuiciar a los expresidentes» trae inmerso un propósito perverso. Ya empiezan reunir firmas con toda una serie de argumentos falaces. La ley es un imperativo, no está sujeta a contentillo ni al clamor popular. La pretendida consulta es el equivalente a los desafortunados linchamientos que observamos en los noticieros o las redes sociales donde la gente enfurecida, con o sin razón, se hace justicia por propia mano. Es el regreso a la barbarie. Ya vimos como, por una consulta ilegal, se cancelaron proyectos de inversión como el NAIM tirando a la basura 100 mil millones de pesos. La cervecera Constellation Brands en Mexicali o el desvío con costos millonarios de un gasoducto enterrado que no afecta en nada al territorio Yaqui.

El avieso objetivo es justificar, distraer para esquivar la responsabilidad, ante el rotundo fracaso de este gobierno. El Secretaria de Hacienda Arturo Herrera ya le dijo a la bancada de Morena que habrá una reducción del presupuesto y se acabaron los guardaditos. Según el Banxico no podremos recuperar la tasa de 2.4% de crecimiento que heredó este gobierno «con finanzas sanas» decía Amlo y ahora resulta que era un cochinero. Así que olvídense de mejorar su economía y vean como sobrevivir. Del tema de la inseguridad, ya ni hablar. Durazo no asoma la cara porque no hay resultados. Los carteles de la droga se disputan palmo a palmo, metralla en mano, el territorio nacional. La captura del «Marro» es como atrapar un charal que se salió del huacal. La liberación del chapito, hoy intocable, por orden presidencial le dejó en claro al ejército que no es por ahí. Que con los señores de ese negocio no hay que meterse.

Llegamos a la predicción catastrófica del arlequín presidencial López Gatell. 63 mil muertos y la cifra va in crescendo. La oficial, porque la real es mayor. El «epidemiólogo» prefirió congraciarse con el poder agraviando a la ciencia y al sentido común. El manejo fue irresponsable por donde se le quiera ver. Lo de los amuletos no era broma, lo dijo en serio el presidente. El desdén por el cubrebocas sabiendo que el contagio se transmite por la boca. Y al final culpar a la comida chatarra, siendo que solo un 30% de los fallecidos tenía los padecimientos derivados del alto consumo calórico.

El país sin obra pública, ni un solo hospital nuevo, ni una carretera, ni escuelas, nada de dinero extra para los gobiernos estatales y municipales. Que se rasquen como puedan. La recaudación a lo chino, so pena de cárcel. Tres proyectos para donde se fue todo el dinero del sexenio. 555 mil millones por 1,500 km de tren cuando en España se construyeron 3 mil solo para el tren de Alta velocidad en 2013. Mientras los chinos construyeron 10 mil con la más alta tecnología y no esta fritanga multiusos del tren Maya. Don Porfirio construyó 20 mil km hace más de un siglo. El aeropuerto que salió más caro que las albóndigas y no tendrá lujos. Nada comparado con lo que están haciendo otros países, hasta el Pequeño Panamá. Y la refinería. Vamos a ser soberanos, aunque nos cueste más caro después producirla. Y como cuando salía Porky al final de las caricaturas «Eso fue todo amigos».

Por eso el juicio popular, el circo, pero sin pan. Hacerle desahogar sus odios a los mexicanos, querer expiar sus culpas, hacer los sacrificios humanos que sean necesarios para saciar el morbo, la ira y el descontento al que no supo responder. Exterminar a la oposición y consolidar en los hechos una dictadura como las de ahora lideraras por populistas que son democracias simuladas. Maduro, Erdogan, Ortega, Díaz Canel. Por eso el ejército se está haciendo cargo de todo. El aeropuerto, los puertos, las aduanas, el sargazo, los hospitales, la seguridad pública y ahora hasta vende cachitos para la rifa del avión.

El presidente no duerme apesadumbrado porque el pueblo bueno y sabio que dice encarnar se está muriendo. Sobre todo, los más pobres que tanto dice querer. Lo único que le quita el sueño son las elecciones. Necesita construir un régimen absolutista que lo erija como jefe máximo de la transformación. Que le haga estatuas, que ponga su nombre en las escuelas, hospitales, calles y parques. Quiere ver su cara en los billetes, en las monedas, como los emperadores romanos. Un héroe en vida de la historia mexicana. Sabe que si pierde el control del congreso se pondrá un freno a su megalomanía y hará todo para evitarlo. Por eso acude a la barbarie. A la justicia por aclamación.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *