A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Polarizados

A nueve meses de que se lleve a cabo el mayor proceso electoral de nuestra historia nos encontramos abiertamente confrontados. Se dijo hasta el cansancio que la retórica del presidente terminaría por profundizar aún más los enconos si continuaba con el mismo discurso que lo llevó al poder. Pero no hay más que de dos sopas. O estás a favor de la 4t o estás en contra.
Nadie cuestionó la legitimidad de la elección a pesar de que, en plena campaña, el gobierno abrió una carpeta de investigación contra Ricardo Anaya que con toda seguridad le mermó la posibilidad de remontar capitalizando el voto útil que no deseaba el triunfo de López Obrador. Se habló de un pacto con Peña Nieto a cambio de garantías para no ser perseguido y en varias ocasiones López Obrador afirmó contundente, como seña de ese posible trato, que no metería a la cárcel al presidente saliente.
Antes de iniciar su gobierno y con un olímpico desprecio por la legalidad, el presidente decidió hacer una consulta para cancelar la obra del NAIM y ahí sembró la desconfianza en el sector empresarial. Ha fustigado a grandes empresas con la amenaza de proceder penalmente y ha dado rienda suelta a la Unidad de Inteligencia Financiera para congelar cuentas bancarias como método de represión. Así despachó al ministro de la Corte, Medina Mora, para que ahuecara el ala y le permitiera nombrar un nuevo ministro. Lo mismo pasó con Romero Deschamps, el eterno impune, que renunció a su liderazgo en el Sindicato Petrolero.
Contra viento y marea decidió arrancar sus megaobras sin contar con los estudios de factibilidad ni las manifestaciones de impacto ambiental. Paulatinamente su oferta de crecimiento económico se vino desmoronando hasta llegar a cero. Todos los indicadores económicos de acuerdo a las proyecciones por parte de las calificadoras de riesgo se vinieron abajo. Y por si faltaba más arremetió contra el INE, se apoderó de la CNDH y la Comisión reguladora de energía. En un abrir y cerrar de ojos hecho abajo la reforma educativa para congraciarse con los maestros que solo vieron por sus condiciones laborales y no por el futuro de la educación. De igual manera echó para atrás todos los proyectos de inversión en materia energética, particularmente la energía eólica. Pemex se ha convertido en un barril sin fondo con multimillonarias perdidas y todo con el afán patriotero y nacionalista que ha frenado la inversión también en ese sector.
Ensimismado en su proyecto transformador ha ignorado la critica y se ha acorralado en la trinchera de Palacio para refutar y contraatacar sin compasión a sus críticos a los que ha llenado de improperios y calificativos en una visión a todas luces maniquea. Cada vez más apartado de la realidad con un gabinete que hace agua y del que solo le quedan unos cuantos corifeos a los que les interesa conservar el poder sin importar que el país siga en picada. La inseguridad y las masacres -esas de las que se ríe- están a la orden del día.
Por eso sus bonos siguen a la baja y las encuestas ya lo colocan por debajo del 50% en aprobación. Solo que el siempre tiene otros datos. Se escabulle ante la terca realidad que se refleja en las cifras del desempleo. El manejo de la pandemia ha sido un fracaso rotundo porque las cifras -sus cifras- no mienten.
Mientras dilapida los recursos económicos, el fondo de estabilización y los fideicomisos del país en sus programas asistenciales, las clases medias se han visto severamente afectadas. Por eso no es de extrañar el enorme descontento que hoy se manifiesta en las calles pidiendo su renuncia. Pero él no los ve ni los oye. Ni a las mujeres que luchan contra la violencia de género, ni a los padres que claman por medicinas para sus hijos con cáncer.
Esquiva la realidad con cortinas de humo, pero ni eso le ha salido bien. La rifa del avión resultó un fiasco. La consulta para enjuiciar a los expresidentes es a todas luces ilegal, pero el insiste en alimentar el encono de sus aún seguidores polarizando sin medir las consecuencias. Atiza el fuego y apuesta a golpes denostadores como los videos de Lozoya. Se va quedando solo sin percatarse. Ante el naufragio, sus escasos liderazgos apuestan a ponerse a salvo colocándose en gubernaturas y posiciones de poder. Su partido está dividido en luchas internas. Por eso han tomado fuerza las expresiones ciudadanas de repudio. Por eso el país se encuentra polarizado y nadie dará su brazo a torcer.

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