A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Elecciones: dinero y programas sociales

En un acto reciente de entrega de apoyos a campesinos, el gobernador Rutilio Escandón volvió a reiterar que no permitirá el uso o condicionamiento de los programas sociales con fines electorales. A eso se comprometió también en otra reunión reciente con todos los dirigentes de los partidos políticos. De ser serio ese compromiso, tendrán que estar muy atentos porque seguramente lloverán denuncias contra todo tipo de autoridades federales, estatales y municipales.

De acuerdo a la nueva normatividad penal federal en materia electoral estas conductas se considerarán como delitos graves, es decir, que no alcanzarán fianza. Y es que en la elección que viene en el 21 no habrá mayor distingo ya que confluyen elecciones federales y estatales. Llama la atención porque, hay que decirlo, las elecciones en Chiapas casi siempre se han ganado con dinero o con el uso de los padrones de beneficiarios de los programas sociales.

Siendo así tendrá que haber absoluta transparencia -que no la hay- respecto de esta información en los portales digitales del gobierno. A menos de que se tenga que recurrir a la ley de transparencia, porque además Chiapas es uno de los principales beneficiarios de dichos programas. La Secretaria de Bienestar Federal cuenta con un sigiloso ejército de los llamados servidores de la Nación que de acuerdo a información disponible ronda los 17 mil en todo el país. ¿Cuántos de ellos habrá en Chiapas? ¿Cómo identificarlos? ¿Cómo saber que municipios y que comunidades de Chiapas son los beneficiarios? ¿Cómo suponer que no habrá condicionamiento del voto?

Además de lo anterior hay que considerar las restricciones de la ley electoral. Ya no pueden colocarse gallardetes ni publicidad como se hacía antes y en todo caso esto debe ser estrictamente supervisado por las autoridades electorales. Aunado ello, la más reciente modificación al código electoral, redujo a la mitad el presupuesto de los partidos y ahora van a ser 15 en la boleta electoral.

Difícil en una orografía como la nuestra donde las distancias son enormes y se requiere toda una estructura electoral para cubrir, por ejemplo, distritos electorales que alcanzan más de una decena de municipios. Imposible que en el corto tiempo de campañas se puedan recorrer por un candidato. A todo eso hay que agregar las condiciones de pobreza extrema y la diversidad de lenguas. El tzeltal se habla por unos 450 mil habitantes, el tzotzil por 420 mil, el chol con 191 mil y el zoque con más 53 mil. Siendo que la promoción del voto no llega a todos los rincones y menos en sus propias lenguas. No hay cobertura televisiva ni de radio en todo el estado.

Chiapas es además el estado con más analfabetas. El porcentaje de personas que no saben leer ni escribir supera la media nacional en más de nueve puntos porcentuales con 14.8%. Otro dato escalofriante es que Chiapas es la entidad con menor cobertura y acceso a internet con solo 19 de cada 100 habitantes en contraste con la CDMX que tiene 96 por cada 100. Objetivamente hablando, eso se debería reflejar en un gran abstencionismo, pero no sucede así. Nuestro padrón electoral registra 3,459,776 votantes y en la elección de 2018 votaron 2,359,489 con una participación 68.70 % cuando la media nacional fue de 63.42%.

¿A poco cree usted, estimado lector, que eso es producto de un enraizado deber cívico? ¿Qué la gente más humilde madruga y camina kilómetros para ir a su casilla a votar? ¿Qué realmente reflexiona su voto y le llegan las propuestas de todos los candidatos para poder elegir? Difícilmente, lo digo con todo respeto. Pero esa es la calidad de nuestra democracia en Chiapas. Le aseguro que ni el 1% conoce los nombres de los dirigentes partidistas y quizás no se entere nunca hasta ver la boleta quienes fueron sus candidatos.

Así las cosas, en este nuestro bello estado, poseedor de la mayor biodiversidad del país, espectaculares escenarios naturales, hermosas ciudades coloniales, gastronomía, culturas vivas y una riqueza arqueológica sin igual…

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