A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Retos de nuestro sistema electoral

Mientras los cuatroteros de la fanaticada obradorista sueñan con desaparecer todo lo que estorbe a su majestad, el gran tlatoani macuspano; y entre eso al INE. Ya estarán pensando que de nuevo se puedan organizar todas las caídas del sistema que sean necesarias al poder; ante un modelo electoral que demuestra sus flaquezas derivadas de un marco jurídico obsoleto.

Desde luego que tenemos una legislación de avanzada comparada con otros modelos, dado que nuestro país acostumbrado al cochupo, ha tenido que organizarse de tal modo, que al menos en la forma, garantice la credibilidad de los resultados electorales. La participación ciudadana mediante el método de insaculación, cuida y vigila el desarrollo de la jornada electoral. Se verifica la identidad del votante, los votos se cuentan y se firman por ellos y los representantes de los partidos, las actas con los resultados de cada casilla. El PREP arroja resultados la misma noche y durante la madrugada con resultados bastante confiables y verificables por los participantes.

Los partidos tradicionales cuentan con financiamiento público, pero ejercen el monopolio de las candidaturas restringiendo en ocasiones el acceso a la participación ciudadana. Solo los partidos nuevos que no son corporativistas buscan a su criterio entre los ciudadanos posibles liderazgos capaces de contender. Cuenta, sin embargo, con claras desventajas para poder financiar sus campañas. Hay, podría decirse, un exceso de partidos, que pueden provocar confusión entre el electorado a la hora de votar, si a eso agregamos las alianzas parciales o totales y el revoltijo entre las campañas federales y estatales que no están empatadas en sus tiempos.

La elección que viene, enfrenta varios retos. Sigue siendo complicado el garantizar la paridad de género dado que subyace aún una cultura misógina incapaz, pero obligada, a completar las fórmulas para que participen por igual hombres y mujeres. La ciudadanía se sigue quejando de ver a los mismos actores políticos de siempre, por lo regular chamuscados, porque la ley no obliga a los partidos a tomarla en cuenta. Los reducidos tiempos de campaña restringen la participación dado que ahora las encuestas de popularidad son las que definen candidaturas. Por eso no es de extrañar que los partidos recurran a actores, deportistas y personajes de la farándula. Paquita la del barrio, Quico, Alfredo Adame y hasta luchadores enmascarados aparecerán en las boletas electorales. Los reducidos tiempos de campaña en aras de una presunta equidad no dan oportunidad para posicionar a nuevos actores en el escenario electoral independientemente de sus capacidades y honorabilidad.

La falta de segundas vueltas electorales, como ya sucede en más de 15 países en América Latina, ha obligado a realizar alianzas con fines pragmáticos y en esta ocasión por necesidad coyuntural como ahora ante el avasallamiento del nuevo partido de estado y sus satélites. Lo más lamentable es que el dinero siga siendo un factor de peso para elegir candidatos ahora que les han reducido el presupuesto a los partidos. Eso empodera a la cleptocracia y genera el circulo vicioso y el amasiato entre el dinero y el poder.

Deberíamos ya, apostar por la tecnología para procesar los votos desde la aplicación de un smartphone para numerosos sectores de la sociedad que ya los emplean para otros fines. En 2020, el número de usuarios de smartphones en México fue estimado en aproximadamente 80,9 millones. Facebook tiene 61 millones de usuarios, 56 millones son móviles y de estos, 37 millones ingresan diario (no todos son mayores de edad). Aun así el volumen es considerable.  Sin dejar de usar el método tradicional para quienes no sea posible, la posibilidad de automatizar los conteos de forma instantánea sería muy eficaz.

Pensémoslo ahora en plena pandemia. No sabemos si para junio próximo habrá condiciones para no poner en riesgo la salud de las personas. Por lo pronto se acabaron los mítines y los candidatos, equipos de campaña y promotores del voto podrían correr el riesgo de contagiar o contagiarse. Por eso y muchos otros temas más, habrá que actualizar nuestra legislación después de la elección ya que ahora legalmente no es posible. Y eso sino es que la 4t acaba de una vez por todas y de un zarpazo con nuestras instituciones democráticas…

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