A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Vacunas

No falta quien diga que la aplicación de las vacunas en Tuxtla ha sido un éxito. Que el personal que los atendió fue amable. Lo que si queda en evidencia son las fallas logísticas aún a sabiendas y con suficiente tiempo de anticipación, para lo que había que estar preparados. Las vacunas llegan a cuenta gotas en todo el país y la obstinación del gobierno por controlar su aplicación está creando aglomeraciones en muchos casos lastimosas para nuestros adultos mayores.

La refrigeración ha sido otro problema. La vacuna de Pfizer requiere almacenarse a 170 grados bajo cero y una vez abierto un paquete, las vacunas se deben agotar a riesgo de desperdiciarse. Lo mismos sucede con la vacuna china Sinovac, que debe permanecer entre dos u ocho grados y en al menos 8 estados del país llegó refrigerada entre 11 y 12 grados lo cual a decir la secretaria de salud federal no afecta su eficacia. El Secretario de Salud de Nuevo León informó que regresaría a la Federación 4 mil 680 dosis de la vacuna Sinovac, las cuales, según ellos, no llegaron en las condiciones adecuadas de conservación.

Y esto apenas comienza. En Estados Unidos ya llevan más de 90 millones de dosis aplicadas en múltiples centros de distribución incluyendo unas 4 mil farmacias particulares y sin ningún problema de aglutinamientos. Aquí la cuestión es que todo lo quiere acaparar el gobierno federal y es un verdadero desorden siempre sujeto a las ocurrencias del presidente. Una mezcolanza entre médicos, enfermeras, miembros de la guardia nacional (armados con metralletas) y los ya conocidos Siervos de la Nación.

El caso es que los adultos mayores, algunos de ellos en sillas de ruedas o con la dificultad de las largas horas de espera, acuden esperanzados como una cuestión de vida o muerte, a los tumultos mientras que hay otros lugares semivacíos. Todo, como les decía, cuestión de logística, lo cual por lo visto no están preparados para realizar.

Auditoria al NAIM

El auditor especial de desempeño de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), Agustín Caso Raphael, declaró ante la cámara de diputados que no hubo errores en la auditoría de costos financieros estimados de la cancelación del Aeropuerto de Texcoco en donde se señaló que la decisión costó 232% más de lo previsto. Se trata de una errada decisión gubernamental que sin el debido fundamento ocasionó un daño patrimonial al erario público.

Uno de ellos fue la colocación de bonos en e mercado bursátil para financiar la obra en la que se comprometió el TUA (Tarifa de uso aeroportuario) que es ese valor adicional por cada boleto de avión que compramos a las aerolíneas. La proyección de crecimiento del NAIM pasaría de 45 a unos 65 millones de usuarios en unos 10 años y de ahí que la compra de bonos ofrecía una buena rentabilidad.

Hablamos de 6 mil de millones de dólares que el gobierno tuvo que recomprar a mayor precio para evitar demandas de los cuales se habría pagado unos 1,800 millones de dólares mientras que los otros estarían pendientes de pagar.  Millones más, millones menos, el asunto es que hubo pérdidas que tendremos que absorber todos los mexicanos y se pagará de nuestros impuestos. Ahí quedaron enterrados varios miles de millones y otro tanto que habrá de significar un pasivo financiero para el estado mexicano.

Lo más grave aún, es que el aeropuerto de Santa Lucía (que ya disque estrenó pista) no cuenta con el aval de los tres organismos internacionales en materia aeronáutica como lo son MITRE, la OACI y el MIT. Eso le resta rentabilidad ya que bajo esas condiciones muchas aerolíneas importantes que se rigen por esos estándares, no volarán a México. Véase como se le quiera ver, la cancelación del NAIM fue la punta del iceberg que dio al traste con la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros. Ahí empezó la actual debacle económica y no con la pandemia provocada por este gobierno de cuarta.

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