A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Política ficción

La política ficción se refiere a lo que parece, pero no es. Al final de cuentas la política es un tema de percepción. Las cosas no son lo que parecen y en las campañas menos. El viejo estilo priísta de acarrear multitudes en los sectores más populares y ahora combinado en Tuxtla con las banderolas del PAN en los cruceros que enarbolan brigadas a sueldo y sin ninguna emoción. El voto corporativo, como la suma de organizaciones gremiales, hacia candidaturas, como si sus afiliados no tuvieran la libertad y el albedrio de elegir libremente a sus autoridades. Las advertencias sobre el retiro de los apoyos gubernamentales de no votar por el partido en el gobierno, si gana la oposición. Toda una ensalada de nuestra democracia cavernaria en nuestro país.

Por supuesto, el ofertismo barato y simulador, chambas para todos los que apoyen sus campañas. Por un lado, ofrecen no despedir y por el otro contratar otorgando chambas a diestra y siniestra. Engañados todos. Y todo comprometiendo la precaria hacienda municipal que no alcanza para cubrir las enormes carencias de nuestra ciudad y que al mismo tiempo ofrecen resolver. Empleo y seguridad, como no. 10,000 nuevos empleos con el sector privado en medio de una pandemia que no alcanza siquiera a recuperar los empleos perdidos. Créditos baratos, apoyos económicos, como si el presupuesto fuera un barril sin fondo. Lo mismo le toman el pelo a los más necesitados que a algunos empresarios que se quieren tragar esos cuentos. Lo que no hicieron desde el poder lo ofrecen ahora que son candidatos. Es el juego del tío Lolo.

Algo de mercadotecnia enmarcando la demagogia. Ya sabe usted, las coronas de flores cada vez más aparatosas y pintorescas. Las reuniones masivas contraviniendo las recomendaciones de las autoridades de salud y electorales que se hacen de la vista gorda ante la infracción de sus propios lineamientos. Los «lideres» de colonias a sueldo juntando gente a cambio de dádivas. La entrega de tortillas. Las camionetas de lujo que ya guardaron para andar en Combi. Toda una farsa.

Ya desde ahora contratados un ejército de «movilizadores» para el acarreo de votantes. Flotillas enteras de taxis y colectivos apartados por mugres pesos para el día de la jornada electoral. Y ya, pronto, las encuestas patito para hacer creer que sus mítines de acarreados son reflejo de la voluntad popular. La misma trama de siempre ahora con la comparsa de quienes secuestraron la dirigencia del PAN hace ya muchos años y la pusieron al servicio de las peores causas. Porque eso sí, no hay una sola banderola del PRI por las calles. Sus negativos son enormes. Saben que tiene rechazo y por eso apuestan a capitalizar el voto panista como si fuera cautivo de la bola de malandrines que ahora lo dirigen y alquilaron la franquicia por su ambición de míseras tajadas de poder. Ni un solo cuadro del PAN ocupó las candidaturas titulares en Tuxtla, salvo el candidato tutti fruti. Y ahora sacan a relucir a perfectos desconocidos -los tigres del PAN, según ellos- que no son capaces de ganar una elección ni en la cuadra de su colonia.

Quienes le dieron todos sus triunfos al PAN y sin los cuales no hubiera sido nunca nada en Chiapas, ya no están más ahí. Ya no estamos. Don Valdemar, Enoch, Paco, Vicky, quienes hicieron los mejores gobiernos para que después viniera la debacle consecutiva de gobiernos demagogos y deshonestos que la hundieron en la desgracia. Hoy es el Movimiento Ciudadano quien abrió sus puertas para que como ciudadanos pudiéramos participar. Ignoran quienes secuestraron al PAN, pero no a sus ideales, que en Tuxtla la gente vota por las personas y ellos pusieron al peor. A quienes con sus modos de hacer política traicionan la doctrina de las siglas que les dieron cobijo.

Lo que los mueve es la ambición. Sus sueños de poder. Ni siquiera es chamba, porque dinero les sobra hasta para dar, repartir y comprar voluntades. Dinero que luego recuperan con creces. Les importa un comino que el país se venga pique. Ofrecen recuperar los programas sociales que antes y ante su silencio cómplice, retiró la 4t. No les importa que el país se esté militarizando, que se destruyan las instituciones, que se someta a los poderes, que se persiga judicialmente a opositores, que se agreda sistemáticamente la libertad de expresión, que se hostigue a empresarios y se alejen los capitales, que no se respete la Constitución. Su prioridad es otra. Su altura de miras no va más allá de sus narices. Es la ambición por asirse al poder a toda costa. Utilizar la miseria para lucrar con ella. El saqueo que conlleva al desprestigio, que los tiene sin cuidado, aunque provoquen el hartazgo ciudadano. Así de chiquitos son. Y Tuxtla nuestra ciudad no se merece eso…

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