A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

El Juego de Juan Pirulero…

Para infortunio de los ciudadanos, los partidos políticos siguen concentrando el monopolio de la participación política. Sus burocracias enquistadas, aferradas al poder, y permanecen distantes de la sociedad civil. No cumplen con su cometido. Sucede en todos los partidos. Entre los aliados que nos desgobiernan y tienen el poder y una oposición custodiando sus propios intereses que parece no entender el reclamo social.

LA MISMA PELÍCULA

Lo estamos observando en primera fila. Somos espectadores de una película que parece que ya vimos una y otra vez. Una nueva versión de lo mismo. Es como la secuela de Rápido y Furioso, una cinta hollywoodense que ya lleva diez versiones con la misma trama. Tardamos setenta años en lograr la transición política, en acotar un presidencialismo autoritario exacerbado, en hacer un poco más efectivos los contrapesos constitucionales contra el abuso del poder. Y ahora estamos de vuelta. No aprendimos la lección.

TLATOANIS

Los tlatoanis siguen presentes en nuestro ADN. ¡Abajo la república, viva el emperador! Si el tlatoani dice blanco es blanco y si dice negro es negro. Si dice que el ejército regrese a los cuarteles y luego dice que van pa´ fuera, venga, que cogobiernen. No dimensionamos lo que significaba “al diablo las instituciones” o “no me vengan con que la ley es la ley”. Es como el 11S en alta definición. El desmoronamiento de cien torres gemelas un día sí y otro también. Pocas resisten, los atentados no las tiraron y ahora el “pueblo” bueno y sabio, cual islamistas, las quiere moler a palos. Sodoma y Gomorra.

LOS CIUDADANOS

El freno lo metieron los ciudadanos en el 2021 al evitar una mayoría absoluta que reformara la constitución a su antojo. La Corte siempre vilipendiada que se fajó los pantalones y sobre todo las faldas. Las acciones de inconstitucionalidad que echaron abajo las desaseadas reformas al INE. Los ciudadanos que han marchado para defender al INE y ahora a la propia Corte. La prensa libre que no da tregua a los desmanes del gobierno. Las “benditas” redes sociales donde cada vez son menos los fanáticos. La sociedad civil ha exigido a la oposición una alianza para evitar el avasallamiento contra el voto dividido.

MEZQUINDAD

Todos hacen su parte mientras que entre los dirigentes opositores aflora la desvergüenza y la mezquindad. No entienden que el país no los quiere, pero los necesita. Alito alarga su mandato y ahora sale con que quiere ser candidato desconcertando a los pocos aspirantes dignos de considerarse. No entiende nada, no se mira al espejo. No puede ser juez y parte. Su lógica es aferrarse al poder, no salvar al país de su deterioro democrático. Marko Cortés es un patiño, un dirigente sin liderazgo, tampoco entiende nada. Dante lanza sus huestes al Edomex para descalificar al PRI cuando se supone que para toda la oposición ganar esa elección sería crucial. No ayudan, pero estorban. Es el juego de Juan Pirulero donde cada quien atiende su juego.

SACALEPUNTAS

De entre la larga fila de aspirantes que se supone se apuntan para sumar y anteponer al país antes que, a sus propios intereses, ahora sale Santiago Creel muy salsa. Que él le entra a lo que le pongan, que baila al son que le toquen. Como niño encaprichado saca sus espolones. Sabe que Lilly Téllez va adelante porque ha sido valiente y entrona, pero no con sus correligionarios sino con los de enfrente. Y uno se queda mirando ese patético espectáculo de una casta política incapaz de ver más allá de sus propias narices. No dejan escapatoria. Con estos bueyes hay que arar.

ABRÓCHENSE LOS CINTURONES

Y en Morena viene lo mejor. Cuando no había poder aceptaron hasta la tómbola y por eso llegaron esos diputados que han convertido al congreso en una carpa de circo. A los aliados de Morena, el Verde y el PT, le salieron remilgones. Quieren su tajada del pastel y por eso se cotizan. Amenazan con ir por la libre, pero prefieren la de cuota. Marcelo apuesta a un milagro. Se sabe distante de los afectos que a otros les prodigan. A ver en qué acaba todo este merequetengue. ¡Abróchense los cinturones!

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