Agradece con tratamientos quiropracticos a personal de salud que salv a su padre

Freddy Neftali Nucamendi Nucamendi lleva cinco fines de semana dando terapias físicas a médicos y enfermeras del centro COVID-19 del Polyforum

Sandra de los Santos / Aquínoticias

Cuando llevó a su padre al centro COVID-19 instalado en el Centro de Convenciones de Polyforum en Tuxtla Gutiérrez, inmediatamente, salió personal con una silla de ruedas y el equipo necesario para ingresarlo. Javier Nucamendi Molina de 58 años de edad tenía una saturación de oxigeno de 50, cuando lo normal es de 95 a 100. Durante 15 días estuvo hospitalizado, ahora, se encuentra en casa y mucho mejor de salud.

«A mi padre me lo revivieron» dice Freddy Neftali Nuncamendi Nucamendi, quien es quiropráctico. Su padre le contó que todo el personal fue generoso con él, que se preocuparon por su situación física y emocional.

El psicológo Cleiber González Ramírez, quien también atiende en la clínica COVID-19, llegaba al domicilio de la familia Nucamendi para seguir atendiendo al paciente. Freddy Neftali le dijo que deseaba agradecer a todo el personal de salud y que lo quería hacer con sus propias manos, dándoles terapia física porque estaba seguro que la necesitaban.

El director del centro COVID, Jesús Enrique Gómez Cruz y el psicológo apoyaron su propuesta y así fue como empezó a ir cada fin de semana a darles terapia física a todo el personal que labora en ese lugar. La primera vez que asistió estuvo cuatro días seguidos, después, se ha quedado yendo una vez por semana.

«Es mi forma de agradecerles, de decirles que existimos muchas familias que agradecemos su trabajo y entrega, que sabemos todo lo que tienen que sacrificar ellos para estar con nuestros pacientes» dice Neftali Nucamendi.

El joven se ha enterado de los malestares físicos y emocionales del personal de salud que atiende a las y los enfermos de COVID-19 no solo por lo que ellos mismos le cuentan, sino por lo que ha encontrado en sus cuerpos cuando trabaja con ellos. Tienen lesiones en el tabique, hendidura en los oídos, lumbalgia, contracturas musculares debido al estrés y el equipo de protección que tienen que portar todo el día.

Las terapias físicas se dan en un salón que se ha habilitado ahí mismo en el Centro de Convenciones. Recibe el apoyo de dos enfermeras que ayudan con la sanitización, las medidas de seguridad y la realización de algunos ejercicios, además, también el área de psicología ha apoyado en las sesiones.

Conversando con ellos y sus dolencias físicas se ha enterado que varios tienen meses sin ver a su familia porque han preferido irse a otro lugar para no exponerlos al contagio, también ha conocido de las agresiones que han sufrido, que portar la bata blanca en la calle se ha vuelto sinónimo de riesgo. Son héroes y heroínas que no pueden andar con su atuendo en la calle porque lo que hacen es agredirlos así que los héroes de Marvel solo usan su «traje» cuando entran en acción.

No es necesario que Fredy lo diga,  se nota que  siente una profunda admiración y agradecimiento por sus ahora pacientes. «Yo he visto cómo no se sientan ni un ratito» dice.

 «Le quiero decir a todas las personas que no tengan miedo de internar a sus familiares si lo necesitan, yo he sido testigo que la gente que está allá adentro va hacer todo lo posible por salvarlos. Mi padre llegó a saturar 50 y estaba inconsciente, ahora, está en 96 y él es mi motivación para ir cada fin de semana».

La vida de un familiar no tiene precio por eso el terapeuta físico jamás se le ocurriría cobrarles a quienes, considera, salvaron a su padre. Para él es una oportunidad el poder regresarles el favor, hacerlo con lo que le gusta y sabe hacer. Tiene claro que de eso va la vida, de poner a la disposición de las y los otros los conocimientos y habilidades. Qué somo, sino somos para las y los otros.

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