Al Son del texto / Tina Rodriguez

Lo de ayer fue excesivo: pareciera que combatieron a delincuentes y no a maestros; no era precisamente lo que deseamos pues parece más la respuesta de un gobierno intolerante para con los que se debe porque el magisterio también es pueblo.
Puede que sus métodos sean ya obsoletos, que algunos de sus elementos o integrantes, se desborden en su prepotencia en contra de la sociedad misma, lesionando el derecho de terceros, pero en ningún momento se desea que se les agreda, que se les haga daño.
La búsqueda de una educación de calidad no tiene por qué estar marcada por la violencia del gobierno y menos por la sangre de los maestros mismos; se insiste que se tiene que dar esa evaluación y establecer los quienes sirven para estar frente a aula, pero no a base de golpes, gases lacrimógenos, y demás presencia policíaca que debería estar en las zonas en dónde están los sembradíos ilegales, el crimen organizado, las muertes a diario como Veracruz, Guerrero, Michoacán, Tamaulipas.
La condensación de esto no puede ser buena: la reacción social en la capital del estado convocada a través de redes, muestra que hay compromiso fortificándose y no puede ser ignorado, menos por funcionarios que no pueden o no tienen la capacidad de respuesta que le demanda la situación social que se vive.
No es juego: es fuego; riesgo que no tiene porqué llegar a ser lamentable.
Chiapas no tiene porqué seguir siendo el laboratorio social de los fuereños de siempre, pues eso ha significado rezago, desplazamiento social, marginación y desde luego corrupción desmedida.
El país vive una generación tremenda de malos gobernantes, que están en todos lados desde Sonora con Padres al que nadie mete a la cárcel, Moreno Valle en Puebla, ni se diga Duarte de Ochoa en Veracruz, que es el cementerio de periodistas.
Existe la necesidad del diálogo: se insiste no hay como la política, el ejercicio de la concertación, pues esto de la tranquilidad social no es capricho o voluntad a fuerzas de una de las partes sino de establecer lo necesario para la conciliación de o entre éstas y desde luego, el respeto para que, encontremos las bases necesarias que conlleven al diálogo constructivo y hasta defintivo.
El todo o nada no lleva a ninguna parte a ninguna de las partes.
Ya en 1994 una parte social de Chiapas se manifestó y hubo muertos, la resonancia fue mundial no solo nacional: ¿otra vez se debe registrar ahora con éste magisterio chiapaneco, solo, cierto, pero significativo?
Lo de ayer fue tremendo, el anuncio de un gobierno federal intolerante, prepotente con los sectores sociales.

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