Al Son del Texto / Tina Rodriguez

Eso de que Venezuela retome el camino de la democracia, y que la Organización de los Estados Americanos continúe siendo un espacio de diálogo, respetuoso y diplomático para seguir trabajando en dicho contexto, no lo cree nadie.
Esas organizaciones internacionales tan costosas, son mero escaparate que no llega a nada.
Luis Videgaray, el canciller mexicano se vió así, luego de que 33 estados miembros de la OEA votaran por dos proyectos de declaración sobre la situación en el país sudamericano, y que fueran anulados después de que ninguno alcanzara dos terceras partes del quórum.
El punto es que – como nuestros asuntos internos- el conflicto de los venezolanos es de ellos, no de otras naciones.
Y Videgaray quisiera que creciera, para proyectarse.
El punto es que la consulta con dos votaciones a dos proyectos que no alcanzaron el número suficiente de votos conforme a las propias reglas de la organización, pone en evidencia la incapacidad para lograr un acuerdo, al menos para hoy, explicó el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.
¿Y qué esperaba?
Eso «es algo que no debe pasar inadvertido porque mientras nosotros aquí somos incapaces de llegar a un acuerdo, en las calles de Caracas y en muchas otras calles de Venezuela, continua la violencia, hoy otra vez se reportan muertos, hoy otra vez vemos que el problema está en una ruta grave y preocupante», refirió Videgaray Caso.
Ciertamente como en el caso de Venezuela el canciller enfatizó que la posición de México es clara, «extendemos la mano a los hermanos venezolanos, queremos ser parte de la solución, no parte del problema, pero reconocemos que lo que está pasando en Venezuela es algo extraordinariamente grave».
Lo mismo hizo con Cuba antier, en dónde dejó en claro con palabras cuidadas que México está con Cuba, no con EU.
No se metió en eso, pero refirió –como escúchame, hermano- que en esa nación –Venezuela- existe una ruptura del orden democrático y -y Cuba está igual- se necesita un nuevo proceso de acercamiento político de negociación que parta de que se reconsidere una convocatoria a una asamblea nacional constituyente, «la cual no está generando la unidad ni la reconciliación, sino todo lo contrario, que está polarizando aún más a este país hermano».
Fue directo.
A ver si las demás naciones definen su postura, porque el asunto venezolano ya es mundial como el endurecimiento de la Casa Blanca de Trump, con Cuba.
Ni sonreír.

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