Al Son del texto / Tina Rodriguez

Hoy parece que los candidatos priístas carecen del respaldo popular para ganar los comicios para gobernador en que han participado, luego de no pocos señalados de corruptos, obviamente incluyendo el escándalo de los Duarte, Javier en Veracruz, y César en Chihuahua.
Esto es que ya el PRI no es garantía de triunfo por sus solas siglas, los candidatos del tricolor han sucumbido, últimamente ante los abanderados de Acción Nacional.
Así los priístas han visto decrecer su presencia en varios de los estados que gobernaron por más de ochenta años, y hoy están dominados por los partidos de derecha e izquierda.
Enclaves como Veracruz, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, cayeron hace unos meses en manos de candidatos panistas o propuestos por la alianza PAN-PRD.
Pero antes, otros estados en dónde el PRI era el invencible durante ocho décadas, los perdieron.
Hoy existe la duda nuevamente en el estado de México, e incluso hay los que apuestan en que, posiblemente Morena con AMLO a la cabeza, puede ganar la elección, pues en el PAN tampoco hay un candidato sólido ante el tabasqueño.
¿Será que los ciudadanos analizan más las plataformas electorales, cambiaron de ideología, profundizan más en la actividad política, son más participativos o reflexionan su voto?
Nada de eso parece ocurrir, ya que la presencia de los electores continúa siendo similar a las del pasado, con una participación apenas superior a la de procesos electorales anteriores, y de eso nadie habla, ni López Obrador: el abstencionismo.
La realidad muestra que el voto contrario al PRI es simplemente la manera en que reaccionan los ciudadanos para dejar en claro su inconformidad con las administraciones actuales de los priistas.
En muchos de los casos la corrupción de los gobernantes emanados de ese partido, parece ser el común denominador, algo así como un voto de castigo, pero ese no es razonado: solo es contra.
Nada le garantiza al elector que otro distinto al PRI sea mejor o quizás peor: «voto, menos por el PRI».
Y es que es cierto: la corrupción de gobernantes priistas, es lo que ha desprestigiado a lo largo de su historia electoral, al PRI.
¿No hay otra?
Si la hay, porque de acuerdo a los resultados, y también recientes, los casos de Guerrero, Sonora, Sinaloa y Oaxaca que gobernaban militantes del PAN o el PRD, fueron recuperados por el PRI en 2015.
Así que la expectativa se mantiene viva en el Estado de México, que como dicen algunos, es antesala para 2018.
¿Será?

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