Al Son del texto / Tina Rodriguez

Nuevamente me volví a topar con estudios serios sobre embarazos en niñas y adolescentes que, no dejan de ser un tema recurrente y que, con información se podría ir disminuyendo de las estadísticas sino influyeran en contra, apariencias y moralinas religiosas, que parecieran colocar a la información sexual –o sea, hacer el amor-, como un tema tabú, solo posible tras el trámite del matrimonio, y ya muy tolerante, hasta la mayoría de edad.
Natural, la relación íntima entre jóvenes inicia no con el contacto sino con la exploración de su órgano sexual y luego con la masturbación hasta la disipación de toda duda, con el acto mismo.
O sea, es inevitable en los más de los casos.
Pero la idea de que es insano, aun los padres de ahora lo hayan vivido en sus tiempos mozos, es lo que llama mi atención, en la idea del porqué, la hija o el hijo, deben ser diferentes si traen el mismo gen, ¿o sólo son de «tal palo, tal astilla», en lo que socialmente se considera bueno?
Muy pocos varones o mujeres reconocen que sus hijos salieron igual de curiosos por no reconocer eso de «calientes» que cuando fuimos jóvenes, y se sorprenden que, la hija salga embarazada o el vástago embarace a una menor de edad.
Me regreso: falta de información.
Clarito para no errar, porque una vez con el embarazo avanzado, la verdad son pocas las que abortan por otros factores y otras condiciones personales, y al final de cuentas la afectada en el 90 por ciento de los casos es la niña, o la joven, aun hablemos de violación.
La parte oficial señala que «El embarazo en niñas y adolescentes no solo es un grave problema de salud pública que pone en riesgo la vida e integridad de las y los adolescentes, constituye un obstáculo para su progreso personal, social y profesional y limita el libre desarrollo de sus competencias y habilidades. Durante el año 2015, en México 416 mil 153 niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años se convirtieron en madres, de ellas, 10 mil 277 tenían entre 10 y 14 años de edad», de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
Por aparte, el Instituto Nacional de las Mujeres, acusa que dicha problemática es una consecuencia de la falta o el limitado acceso de las niñas, niños y adolescentes a la educación sexual integral desde los primeros años de vida, que les permita tomar decisiones asertivas que favorezcan su bienestar, de las situaciones de violencia y abuso sexual que padecen, de la percepción de la maternidad como forma única de realización, del contexto cultural que fomenta o promueve las uniones a edades tempranas, y el nulo o inadecuado uso de anticonceptivos.
O sea que esta problemática en las niñas y adolescentes menores de 15 años debe ser erradicada con información sexual, clara, desde los propios libros de texto básico, sin disfraces: «hacer el amor sin prevenir, embaraza».
Así, aun lo interpreten santones y religiosos como una «invitación al pecado».
La realidad es que sin eso está pasando y el problema es que siguen saliendo pecaditos, que solo dañan el futuro de niñas y adolescentes.

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