Al Son del texto / Tina Rodriguez

Muchas cosas se han dicho desde que Eduardo Ramírez Aguilar hiciera el movimiento de renunciar tanto a su partido como a la diputación bajo sus siglas, lo que fue una muestra de congruencia y ética política ante la ciudadanía, pues hay los que aguantan de todo con tal de seguir dentro de las bondades del poder, aun signifique la ignominia.
Desde luego que muy pocos son los que observan que la rebelión –como la llaman en el centro del país- en el verde, constituye la primera en su tipo en el sexenio y desde luego, desde que el PRI-VERDE han establecido este tipo de alianzas o coaliciones en los estados de la República.
En nuestro estado con mucho aún hay los que creen que mucho depende de la estructura partidista para el triunfo, aun la fuerte tendencia nacional de que se vota por la persona más que por el partido.
Los tradicionalistas, como el PRI e incluso el PAN, confían mucho en la cuestión institucional o de convicción, que es lo que parece se observa en Chiapas con la imposición sin lugar a dudas de Roberto Albores Gleasson, sin haber pasado mínimo por el filtro de una interna, y que no se supera con el cubre bocas de una asamblea estatal como vía de designación.
La llegada del priista Albores a esa candidatura en la que participa en PVEM chiapaneco, fue poco ortodoxa, y desde luego también lo es la salía de Ramírez Aguilar de su partido, diciendo que si bien se quedan con las siglas, otra cosa es la militancia que lograron adherir éste equipo de los verdes en éstos años a las causas de su partido, y que suponen el hoy rebelde lo seguirán en el caso de salir en propuesta para una candidatura común, aun el priismo y su estratagema caigan en lo mismo de siempre en torno a la compra del voto.
En el hipotético caso de ser así, ese priismo tendría que ir reestructurando y haciendo campaña, cosa muy difícil anclándose en la idea de que en ello podrán contribuir los alcaldes verdes que quieran reelegirse, pues a la fecha no todos tienen la aceptación popular requerida incluso para candidatura alguna, dado el malogrado gobierno que presiden a falta de recursos suficientes para cumplir con sus promesas principalmente la de buen gobierno, y que observamos en casos tremendos como el de la capital del estado a punto de convertirse en un serio foco de contaminación pública que, desde luego, no es buena imagen ya no para el alcalde en funciones, sino para las siglas que gobiernan.
Así que al final de cuentas poco ayudaría a Eduardo Ramírez ir bajo las siglas del PVEM, aunque también lo va a significar ir en el camino solitario que pueda suceder en el caso de que alguna liga con registro lo proponga, lo que para muchos es muy difícil ahora que el oportunismo político reaparece como siempre desde Podemos Mover a Chiapas, cuyo dirigente «moral» de pronto siente que puede tener capacidad de competencia ante la idea de que el gobernador de todos modos necesita quien le cubra la espalda, y dado el escenario puede ser él.
Lo malo es que Chiapas en su proceso electoral ya volvió a llamar mucho la atención, diría que de más y seguramente van a cuidar eso para que no vuelva a registrarse otro escándalo como el de hace tres años en las estatales intermedias, y cuyos efectos aún se verán en torno al ejercicio de las alcaldesas, esposas de los ex candidatos depuestos por el INE, y que fuero en realidad los que han gobernado todo éste tiempo, aún a sabiendas de que las que van a rendir cuentas son sus esposas.

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