Al Son del texto / Tina Rodriguez

No ha sido el PRI el partido más exhibido en ésta contienda reciente como lo ha sido el PVEM, su aparente satélite.
El partido que en 2012 arrasara de manera contundente en la entidad, y que se llevara carro completo en las federales intermedias, vivió otro escenario político electoral un mes y medio después en la joya de la corona de las municipales: Tuxtla Gutiérrez.
Sin embargo el desarrollo político del verde ecologista en la entidad es innegable, y refrenda lo contrario a lo que se expresa en las redes sociales –si de números de votos hablamos, pues en lo global el PAN no le llega ni a los talones al verde en la media estatal- en torno a las políticas del gobierno de Manuel Velasco Coello -si de siglas hablamos-, pues sus candidatos en su mayoría ganaron las plazas por las que compitieron, y solo ha sido Tuxtla la discordia por parte de un mínimo de la población capitalina que apoya a Paco Rojas.
Y es que con Paco –igual que con Fernando- está al menos el 20 por ciento del listado nominal, en el entendido de que se registró un abstencionismo del 55 por ciento, esto es que votó en Tuxtla un 45 por ciento de dicho listado, y este índice de votos se tiene que restar los logrados por todos los partidos participantes, para sacar el porcentaje único del triunfador.
Entonces observamos que los triunfadores no siempre son electos por la mayoría de los habitantes, sino por la mayoría que votó, pero si Paco o Fernando ganan con el 21 por ciento del total de ese 45 que lo hizo, tendremos que de los votantes a favor –ese 21- un 24 por ciento no votó por el ganador.
Es por eso que se ha hablado desde hace rato de una segunda vuelta electoral, no para hacer legal el triunfo, sino para legitimizar el gane.
Pero como en éste país –herencia de un tramposo PRI- la elección se gana por mayoría relativa –aun vote un diez por ciento del listado nominal, no del Padrón Electoral que para esto es otra cosa-, la elección es válida, aun el otro noventa por ciento se abstenga.
Así es en México, y desde luego, amparados en la pluralidad en dónde la voz de los menos se escucha igual de los más, los menos votados son tan gobernantes o representantes populares como los más votados.
Por ejemplo, en su momento, Roberto Albores Gleason –el líder estatal priista- fue el candidato a diputado federal –por Comitán- más votado en el país, en las elecciones federales intermedias de 2009. Cómo eso poco importa ante quien fue el menos votado pero ganó su distrito, poco lo presumen en el escenario político y ya ni se diga en la cámara misma quienes logran esos volúmenes de votación.
Es la fecha que no sabemos –ni el propio lo ha difundido- quien fue el más votado en las federales intermedias del 7 de junio: no es noticia.

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