Al Son del texto / Tina Rodriguez

Los asuntos mediáticos siguen siendo efectivos a partir de los protagonistas, pues no es lo mismo lo que diga Carmen Salinas a lo que diga una diputada tabasqueña, por ejemplo, de nombre Candelaria Pérez, quien dijo que «Me gustaría que no existieran los gay».
Fue un asunto de días, pero la cosa desapareció aun viniera de Morena, pues López Obrador se apuró a decir que los estatutos de su partido aplicarían lo necesario a la legisladora discriminatoria.
La legisladora dijo claro que estaba en contra del matrimonio homosexual y que no apoyaría ninguna legislación al respecto.
Muy aparte de su arrepentimiento vía telefónica con casi todos los medios nacionales que reportaron la vía, está el hecho de que la diputada Pérez es reflejo de las imposiciones al vapor y desde luego, de las candidaturas externas a las que es muy dado López Obrador.
Fueron esas candidaturas externas las que permitieron a ex priistas montarse en el PRD y ahora en Morena, y gente de empresa y medios, y esta señora que no tiene antecedentes de izquierda y por lo tanto formación ideológica de esa índole, de lo contrario nunca se hubiera referido a ese tema o lo hubiera, como dicen los tabasqueños beisboleros «bateado», sacudiéndose al reportero.
Apareció la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación señalando en un comunicado que su testimonio era «anticonstitucional» y le sugirió que pidiera disculpas.
En sus disculpas la señora diputada de izquierda dijo que «Yo estoy criada con unas costumbres diferentes. Provengo de un pueblo indígena donde tenemos unos valores distintos. Pero respeto la libertad de cada uno y los derechos humanos», señaló en sus disculpas.
No es la primera vez que algo así sucede; la discriminación a los gay es constante, desde los particulares e incluso desde los propios familiares, incluso algunos padres; la clase política no está exenta: se muerden la lengua, rechazan en corto esa condición y ni se diga un matrimonio entre iguales, ya no se diga la capacidad de adopción y se desgarran las vestiduras nada más se menciona el aborto, pero ante las cámaras desde todos los partidos figuen demencia, apoyan las mociones al respecto –como la del DF que permite bodas entre iguales-, todo a nombre del voto, de que se vean «sensibles» a la sociedad a la que pertenecen.
O sea, muy aparte de disculpas, lo de ésta diputada fue su sentir, lo que en verdad piensa, más allá de las siglas partidistas y populistas de AMLO, pero su partido y los medios ante la severa crítica –¿una indígena que discrimina?- le obligaron a decir lo que no siente en realidad.
Lo malo es que ese rechazo quedó documentado, y muy seguramente por motivos mediáticos la sacrifiquen y sea expulsada de su partido y con ello, tenga que dejar su curul.

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