Analisis a Fondo / Francisco Gmez Maza

Franco revive; vive el fascismo

• Cuando un pueblo quiere ser libre no hay balas que lo detengan
• Catalonia, con sangre, dolor y lágrimas, a la puerta de la libertad

Este domingo primero de octubre cómo recordé aquellas aciagas jornadas de lucha popular y estudiantil, que culminaron con la terrible represión y matanza en Tlatelolco.
Se desató la furia del fascismo a la mexicana. Tirando a matar al que se atravesara y al que se cubriera, hombres jóvenes, mujeres jóvenes, niños, niñas, mujeres embarazadas, hombres y mujeres maduros, ancianos, todo lo que se moviera.
Fue una jornada de dolor, de agresión, de balas, de sangre y muerte. Muchos muertos. Miles de muertos y miles de apresados llenaron las cárceles de la Ciudad de México.
La represora policía española me llevó tres décadas atrás en México, con la diferencia de que en mi país se luchaba por la democratización de la vida ciudadana, sojuzgada por una dictadura sexenal que amenaza con volver a instaurarse en palacio.
Guardadas las proporciones de la razón del fenómeno represivo, este domingo en Catalonia o Cataluña, el gobierno español, encabezado por Mariano Rajoy (Franco) se ensañó en contra de todo lo que se movía. A una mujer le rompieron uno a uno los dedos de las manos.
Los policías derramaron mucha sangre independentista. La policía española tenía órdenes de evitar que los ciudadanos fueran a las urnas a votar por la independencia de su patria del yugo español. Francisco Franco salió victorioso del infierno para calentar la mente fachista de Rajoy para reprimir a los catalanes, cuyo único delito es buscar y luchar por ser una nación libre, independiente.
Es como si los chiapanecos organizaran un referéndum para decidir si querían seguir siendo territorio mexicano o se independizaban como estaban en 1821. Los catalanes tienen por su puesto toda la razón para decidir su propio destino, No son españoles más que ab ovum y quieren ser libres, defender su identidad cultural y lingüística. Toda su vida han intentado separarse de un territorio con cuyo gobierno no comulgan, ni en la catedral de Madrid.
Con todo y la represión del cuerpo nacional de policía de España, los catalanes lo lograron. Fue a votar por el Sí un 90% con 2.2 millones de votos y una participación del 42%, según el Govern. Votaron la mayoría de catalanes que son catalanes y no españoles, y que ya no quieren rey ni reina, ni primer ministro franquista y facha. Ni partidos políticos vendidos al gobierno, simuladores de izquierda o de derecha, pero al fin, como en México, franquicias que se agandallan el dinero para enriquecer a los dirigentes.
En la ciudad de Barcelona, narra el corresponsal del NYT, el desafío catalán de celebrar un referéndum independentista, calificado de ilegal por el gobierno español, degeneró en caos, cuando los votantes se enfrentaron con el Cuerpo Nacional de Policía de España en una de las mayores pruebas a la democracia de ese país desde el fin de la dictadura de Francisco Franco de los años setenta, que por lo visto este domingo aún no ha desaparecido y anida en el corazón de los gobernantes españoles sean de simuladora izquierda, o de derecha fascista, como la Mariano Rajoy que se mantiene en el poder gracias al voto de los fascistas españoles, tan como ocurre en México con los partidos de derecha – PAN, PRI, PRD – que son los preferidos de las mayorías reaccionarias y que le tienen pánico a la izquierda partidista, que no es tan de izquierda como la izquierda que se refugia en los cubículos de estudio de las universidades del país.
Cuenta también el representante del diario neoyorquino que el referéndum se realizó de manera casi surrealista. En muchos pueblos y ciudades, personas de todas las edades se congregaron en largas filas para sufragar con celebraciones y paella, mientras que en otras casillas la situación se tornaba violenta. En algunos lugares, la Policía Nacional y la Guardia Civil dispararon balas de goma y usaron las porras para replegar a los votantes, muchos de los cuales pernoctaron al lado de algunas casillas para asegurar que se mantuvieran abiertas.
Las autoridades catalanas denunciaron que más de 750 personas resultaron heridas por la policía, y al menos una docena de policías fueron heridos, según el ministro del Interior de España.
Poco antes de la medianoche, el gobierno catalán anunció que el 90 por ciento de los 2.3 millones de votantes había respaldado la independencia y que Cataluña «se ha ganado el derecho a ser un Estado independiente». El presidente español Mariano Rajoy dijo que el referéndum «no ha existido», al asegurar que la mayoría de los catalanes ni siquiera había participado.
La represión salvaje, al estilo Franco, el domingo, sin embargo, no deja claras muchas cosas, excepto que los enfrentamientos respecto al estatus de la región –próspera y un baluarte económico, y donde las aspiraciones independentistas han estado presentes durante varias generaciones– habían dejado a los partidarios de ambos lados más divididos que nunca.
El gobierno en Madrid, con el respaldo de las cortes, había declarado inconstitucional el referéndum y ordenado que se suspendiera. Los catalanes aun así colmaron las calles.
«Hoy España nos mostró su cara más fea y oscura, que pensamos había desaparecido hace 40 años», dijo Mario Pulpillo, catalán de 54 años.

analisisafondo@gmail.com

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