Analisis a Fondo / Francisco Gmez Maza

«Anarcos»: el disfrute de la impunidad

A 49 años del «Halconazo»

Resulta muy preocupante para muchos ciudadanos la estrategia que aplica el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en general, y el de Claudia Sheinbaum desde la Jefatura de Gobierno de la CDMX, de cara al vandalismo que se ha apoderado de las manifestaciones populares que reivindicar causas justas.
En todas las manifestaciones invariablemente aparece un numeroso grupo de provocadores vestidos de negro, con la cara cubierta, armados con petardos, bombas molotov, marros, botes de pintura, entre otros.
Estos «manifestantes», integrados por hombres y mujeres disfrazados, y que se hacen llamar, en lenguaje coloquial, anarcos, vandalizan, destruyen con violencia todo lo que encuentran a su paso, pintarrajean monumentos, rompen vidrieras de sucursales bancarias y todo tipo de negocios, anulan cajeros automáticos, casetas telefónicas, y saquean todo lo saqueable, con una impunidad que indigna a muchos ciudadanos.
Aparecen en toda manifestación popular tanto en la Ciudad de México como en otras poblaciones grandes, y no hay poder humano que los controle y que les ponga un hasta aquí. Dicen que son pagados por grupos que se oponen al gobierno de López Obrador con el fin de provocar a las fuerzas de seguridad a reprimirlos para acusar al gobierno de represor y antidemocrático.
Pero nadie entiende por qué el gobierno no los controla; en la Ciudad de México, el gobierno local manda a las fuerzas policiacas sólo a recibir injurias y ataques de los desbocados, con la orden precisa de no responder a las agresiones. Pareciera que estos autodenominados «anarquistas» ya le tienen tomada la medida a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Es incomprensible que los policías que responden a las agresiones, al final de cuenta, sí sean castigados por sus superiores por no respetar la orden de no confrontar a tales provocadores. Imagino que las autoridades saben el por qué aguantan las agresiones de estos vándalos, pero ya es tiempo de que hubieran terminado una investigación en torno a quién o quiénes son las manos que mueven la cuna.
La ciudadanía, y más los afectados por los ataques, están desconcertados; no logran entender qué es lo que se propone el gobierno morenista al no controlar por la fuerza estos facinerosos, cuyo lenguaje, cuya expresión, es la violencia aplicada sin miramientos ante la mirada indignada de la ciudadanía y de los propios elementos de las fuerzas de seguridad. Dónde está la policía, dónde la Guardia Nacional que se anunció como garante de la tranquilidad de la gente. No se justifica de ninguna manera la estrategia gubernamental en este terreno. Después de la manifestación del lunes 8 de este mes de junio, un vocero del gobierno de Claudia Sheinbaum, habló a la prensa destacando que se evitó una confrontación. Lo mismo hizo la jefa de gobierno, Declarar que se había evitado la confrontación con los que en realidad son delincuentes, que vandalizaron todo a su paso durante la manifestación por Mélani. Se quedaron con las ganas de ver a la policía reprimiendo a los vándalos, aseguró la jefa de Gobierno, pero no mencionó «quienes» se quedaron con las ganas.
El propio presidente de la república, consultado por una reportera en la conferencia matutina del martes nueve, repitió el mismo discurso. Los que se dicen anarquistas son provocadores y el gobierno no caerá en la provocación, justificó López Obrador.
Pero la pregunta que nadie, ni Sheinbaum ni López Obrador, responde es la más grave, lo más preocupante: ¿Quién paga los daños que estos delincuentes «anarcos» causan a todo lo que se hallan a su paso provocador en las manifestaciones? Ni Sheinbaum ni AMLO se refieren a esto.
Al destruir comercios, más en estos tiempos de pandemia y de gravísima recesión económica – el confinamiento ante la Covid-19 habrá dejado unos 12 millones de desempleados -, los «anarcos» dejan sin empleo a muchos pues destruyen las fuentes de trabajo.
Otrosí: ¿Continuarán, estos criminales, actuando en todas las manifestaciones callejeras, protegidos por una absurda, inexplicable, impunidad? Esta fue una pregunta que planteé en un correo difundido en mi muro del feisbuc. Pero puedo asegurarles que no tendrá respuesta de nadie. Pobre de mí. Quién soy para interpelar a las autoridades.

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