El artista afirmaba que el purismo en el arte era elitista y autoritario, y afirmó que «la colaboración interdisciplinaria y el trabajo colectivo pueden ser soluciones para nuevas maneras de abordar el quehacer creativo en las artes plásticas»
Aquínoticias Staff
Para Arnold Belkin, creador visual originario de Canadá y naturalizado mexicano, el arte consistía en la capacidad más pura e inherente de las personas: «Un instrumento de lucha por la evolución pacífica y el engrandecimiento espiritual del género humano».
Belkin nació el 9 de diciembre de 1930 en Calgary. Realizó estudios en la Vancouver School of Arts y en la Banff School of Fine Arts, en Canadá. A su llegada a México ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda del INBAL, donde estudió con Agustín Lazo, Andrés Sánchez Flores y Carlos Orozco Romero. Uno de los momentos más importantes de su carrera fue su colaboración con David Alfaro Siqueiros.
Influido por José Clemente Orozco, Rico Lebrun y Leonard Baskin, y con la intención de plasmar su interpretación de la historia, realizó numerosos murales en México, Estados Unidos, Canadá, Cuba y Nicaragua con temáticas como la muerte, la guerra, el exilio y la injusticia.
Arnold Belkin se volvió una figura esencial que le otorgó un nuevo planteamiento al discurso del movimiento muralista mexicano. De su obra sobresale Zapatas (1978), serie de retratos de Emiliano Zapata en la cual deconstruyó geométricamente su figura. Para su elaboración utilizó instrumentos como el proyector de transparencias y el pincel de aire, así como lápiz, tinta y crayón.
En 1979 pintó La llegada de los generales Zapata y Villa al Palacio Nacional el 6 de diciembre de 1914. Sobre esta obra, la investigadora Nadia Ugalde Gómez refirió que Belkin enfatizó «la condición humana de los mártires de la gesta revolucionaria a manera de testigos que delimitan la escena, logrando un nuevo discurso de imágenes». En el marginado barrio de Clinton de la ciudad de Nueva York, también conocido como Hell’s Kitchen, realizó el mural de más de 500 metros cuadrados Contra el colonialismo doméstico (1972).
A decir de Belkin, el purismo en el arte era elitista y autoritario, y afirmó que «la colaboración interdisciplinaria y el trabajo colectivo pueden ser soluciones para nuevas maneras de abordar el quehacer creativo en las artes plásticas».
El Munal resguarda algunas de sus piezas, entre las que resaltan Desesperación, Día de libertad, El constructor y Esclavitud (anverso) / Personaje tocándose la cabeza (reverso). Mediante el empleo de tonos ocre, estas cuatro litografías de 1954 muestran emociones humanas como la soledad, la dependencia y el sufrimiento, así como el poder ilimitado de la mente para crear y destruir.
En alguna ocasión, la crítica e historiadora de arte mexicano Raquel Tibol aseveró: «Una práctica que enriqueció en Belkin el dominio del espacio y el planteamiento dinámico de las composiciones plásticas fue la colaboración como escenógrafo para espectáculos de danza y teatro».
En esta materia destacan sus aportaciones para producciones teatrales bajo la dirección de Luis de Tavira, José Caballero y Abraham Oceransky. En 1961 obtuvo el premio de la Asociación de Críticos Teatrales a la mejor escenografía por la puesta en escena de Terror y miserias del Tercer Reich de Bertolt Brecht. Asimismo, sobresalen sus diseños para las coreografías Tierra de Elena Noriega y Concierto grosso de Guillermina Bravo. Falleció en la Ciudad de México el 3 de julio de 1992.