Articulo Único / Angel Mario Ksheratto

Tirar la piedra y…

El nivel de polémica que suele desatar el eterno candidato de MORENA (acrónimo engañoso desde el punto de vista que se le vea), nunca va a ser el mismo de quienes, en su momento, dieron vida y honradez a la ahora depauperada izquierda mexicana. Quienes recuerden a Heberto Castillo o a Porfirio Muñoz Ledo, por citar a dos de los más emblemáticos, estarán de acuerdo conmigo en que ellos, debatían, polemizaban por la República y eran rudos para defender sus posturas.
No obstante, eran personajes razonables; sabían también, dar la razón a sus contrincantes cuando la tenían. Como hombres de pantalones, confrontaban, sostenían su palabra y asumían las consecuencias de éstas. Fue otra izquierda: real, creíble, confiable, concomitante, contestataria, propositiva, responsable, luchadora, respetable y respetuosa.
Hoy, para empezar, la izquierda está prácticamente desaparecida. Lo poco que queda de ésta es el desprestigio. Despojos que se disputan los que, creyéndose «herederos» de la izquierda inteligente, se han convertido en aves de rapiña, dispuestas a devorarse a sí mismas por un país al que destruyen con acciones mucho más que deplorables.
Andrés Manuel López Obrador, tuvo el desatino de faltar al respeto a la principal aspirante presidencial del PAN, Margarita Zavala de Calderón. Desató no una polémica como tal, sino un alegato tan insustancial como el discurso del dueño de MORENA. Lo interesante vino cuando se reparó en un hecho de tendencia: la no violencia —en ninguna de sus manifestaciones— contra las mujeres.
Los defensores de la esposa del expresidente Felipe Calderón, asumieron las palabras del desbocado izquierdoso, como un ataque directo y violento, no solo contra la exprimera dama, sino contra todas las mujeres de México. En efecto, fue un insulto inadmisible, puesto que ninguna mujer es «extensión» de ningún hombre. Es complemento; compañera, igual.
Fue desafortunado el comentario del eterno excandidato presidencial y más, porque según él y no la tesis de su partido, la lucha suya es a favor de todos los mexicanos, principalmente las mujeres. Como principio ideológico, queda sin efecto, pues ninguna organización o político que se precie de serlo, debe atacar a las mujeres por el solo hecho de defender intereses meramente personales. Así, el mismo AMLO deja en claro que su partido, MORENA, es solamente un recipiente de mitos y mitotes e intereses mezquinos por los que se es capaz de ofender e insultar a quienes no comulguen con sus ambiciones.
Para paliar el cuento, el tabasqueño cometió otro desatino no menor: enviar a su esposa a, primero, «aclarar» sus dichos contra Zavala de Calderón y segundo, volver a vilipendiarla. ¿Cuándo los grandes constructores de la destruida izquierda se valieron de sus familias para atacar o defenderse de sus adversarios? La tantas veces cacareada «valentía» de López, queda en evidencia.
Como también queda, su discurso a favor de las mujeres, como una pieza de retórica sin sustento. Son para éste, las mujeres, instrumento para alcanzar el poder, no sujetos de beneficios y mucho menos, seres humanos a quien respetar y ofrecer la dignidad que se merecen. El trato déspota que AMLO ha dado a las mujeres de México con esa expresión, es el reflejo de lo que pretende hacer con ellas en caso que algún día, alcanzare la presidencia de la República.
La polémica, para infortunio de los mexicanos, es de bajo nivel. Es mucho menos que un debate para mejorar al país. Es griterío arrabalero que nos indica con toda claridad que hasta hoy, ninguno de los políticos que buscan la presidencia del país para el 2018, está preparado para ofertar no solo ideas, sino acciones que nos hagan avanzar. Atacar a las mujeres de forma tan cobarde, es un retroceso; es dar al traste con las conquistas que éstas han alcanzado a lo largo de los años y que no ha sido fácil.
Haber tirado la piedra y poner luego a su esposa para escapar de la crítica colectiva, no abona al respeto a los derechos de la mujer. Por si fuera poco, la esposa de AMLO, salió a decir que no se debe apelar al género para defender los derechos femeniles. ¿A quién entonces? ¿A los retrógradas autoritarios que fundan partidos políticos para enriquecerse a costillas del pueblo? ¿A los machistas que siguen viendo a la mujer como objeto ornamental? Sí, como dice Beatriz Gutiérrez Muller, esposa de López, «tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata»; porque todos somos responsables que existan políticos insensatos e insensibles, arbitrarios y dominantes, machistas e irrespetuosos. No existe el debate donde viven las injurias.

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