Articulo Único / Angel Mario Ksheratto

«El que por bruto (…), que coma…»

El golpe fue demoledor; calculado, directo, malintencionado. La defensa, poco acertada. Fue una reacción que debió quedar silente. Los medios, el lugar, los actores y hasta las «extras», jugaron el papel perfecto. A Paco Rojas se le pudo haber imaginado rodeado de teiboleras o diciendo palabrotas a mitad de la misa, menos recibiendo fajos de billetes en una caja de zapatos. Se le creía uno de los pocos políticos honestones… Quizá, el único, a decir verdad.
Si hubo o no complot para hacerle caer en la trampa; si los dueños del restaurant donde fue grabado en la maroma, se dedican al espionaje para la extorsión (que es lo más seguro), o si uno o más de sus adversarios políticos tuvo que ver en el desaguisado, puede ser lo de menos ante una acción que no debió ocurrir con un político de la estatura moral de la que hasta entonces, gozaba el panista.
Buscar culpables de una acción de naturaleza deleznable no soluciona, de fondo ni el fondo, de ese mal llamado corrupción, aun cuando Rojas Toledo matice, maquille o minimice el acto en sí. Con todas las agravantes, sin el menor atenuante, la cosa es un soborno. Y si nos vamos más lejos y nos ponemos exigentes, una extorsión; una vendetta que por mucho que se explique, solo deja en claro que el poder público, está a expensas de grupos de poder económico, en detrimento de otros sectores sociales.
Paco argumenta que el desaguisado en su contra, se derivó de su adelantada preferencia electoral rumbo a la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez; es muy probable que así sea. Pero el delito, la imprudencia o como quiera llamarle, lo cometió él. Si no hubiese querido ser partícipe de la corrupción, simple y sencillamente, no hubiera recibido la cajita de zapatos repleta de billetes mal habidos.
Le vimos salir rebosante de alegría, y no por la generosa cachondería de las acompañantes del empresario poblano, sino por el regalo que había recibido y que después, arguyó, era un «donativo» para las clínicas médicas gratuitas que él dirige y que por cierto, no ha dicho desde cuándo y dónde pueden ser localizadas.
Jura también que la conversación fue puesta fuera de contexto. Para infortunio de Paco, su voz es inconfundible, peculiar, única y tal vez talvez, inimitable. La conversación que escuchamos, está dentro del contexto de una acción fuera de la legalidad. Ahí le falla al exalcalde su autodefensa. Hubiera sido más creíble la aceptación del hecho y la conversación. Hablan claramente de negocios e incluso, el empresario le agradece su intervención para la obtención de un contrato multimillonario en Chiapas.
Coincido con quienes dicen que Paco, la regó; que no tiene muchas opciones de salida. Pero también coincido con quienes opinan que, si es inteligente, saldrá fortalecido de un hecho del que es culpable directo por todas las vías. Aceptar sentarse con un empresario bribón, fue un error; ir a un lugar de mala fama donde se presume, hay trata de personas para caballeros adinerados, fue otro error. Recibir el soborno, otro error. Salir con su cajita feliz, craso error. Y el desmentido, el peor de todos.
Para el colmo, su partido, el PAN, se deslinda de él y amenaza con expulsarlo. De lograr ese propósito, ¿bajo qué siglas se postularía en caso de seguir su aspiración de gobernar por segunda ocasión a la capital del estado? ¿MORENA? No lo querrían por ser de derecha extrema. (Aunque López Obrador se aliaría hasta con Carlos Salinas de Gortari con tal de saciar su extrema ambición de poder y dinero fácil.) El PT ya está más quemado que la cola del diablo. El MC, ya tiene candidata fija…
El panorama para el médico, es cada vez más complicado. Y se lo complicaría más a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, si por algún extraño milagro, resultare candidato de algún partido perdido y, remotamente ganare la elección.
Por esa última razón, en un ejercicio de conciencia, Paco deberá reconsiderar las acciones inmediatas. Y no por miedo ni precaución, sino para apaciguar su fuero interno. Para dar un respiro a la sociedad, cansada de actos poco claros.
Recuerdo la primera vez que Paco Rojas salió electo diputado local; puso en la puerta de su cubículo en el Congreso del Estado un letrero que decía: «Señores periodistas: Aquí no se reparten chayos». Debió recordar esa frase, antes de recibir su cajita de zapatos. Hoy, todo le es adverso. Y no porque se le haya creado una campaña en su contra; porque él mismo, cavó su propia tumba. ¿Cómo pudo dejarse «chamaquear» por un empresario corrupto? ¿Cómo aceptó llegar a un restaurante de mala nota? ¿Por 120 mil pesos perdió su oportunidad? «El que por bruto no come su propio pan, que coma su caca del vecino», decía mi abuelita. Y tenía razón.

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