Articulo único / Angel Mario Ksheratto

Aspecto de los boletos que serán entregados para los eventos que realizará el Papa en México. Cortesí­a

¿A qué viene el Papa?

Quiérase o no admitir, la próxima visita a México del máximo jerarca de la grey católica, se ha convertido en un circo; en una feria de oportunismos y una apretada competencia de «inversiones» entre los estados que habrá de visitar el señor Bergoglio. La inversión estatal para los preparativos de ese viaje, es incierta, pero onerosa, excesiva, brutal. En todas partes se ha privilegiado la atención al distinguido visitante y su extensa comitiva, dejando de lado a los sujetos de interés de él.
Es decir, pobres, marginados, hambrientos, presos, migrantes, han pasado al último término de la atención gubernamental. La tragedia de millones de mexicanos que comen paupérrimamente una vez al día, y que es retórica permanente de políticos de todos los colores, ha caído en el olvido para exaltar, no las virtudes del convidado, sino las ganancias económicas que dejará tal visita.
El gobernante de Michoacán, por ejemplo, celebró públicamente que el líder espiritual de los católicos, haya escogido ese violento estado para celebrar una misa. «Tendremos una derrama económica hasta de 700 veces sobre el valor de lo que invirtamos», dijo Aureoles con aire de buen mercenario ante un grupo de empresarios, a quienes detalló la inversión de su administración en el evento que encabezará Jorge Bergoglio.
La diócesis de Tuxtla Gutiérrez, no se ha quedado atrás con sus ambiciones monetarias. Celebraron, sus líderes, las ganancias que obtendrán de un disco con interpretaciones musicales dedicadas al ilustre comendador. Las mismas autoridades chiapanecas confían en que el dinero obtenido por la visita papal, reactive la endeble economía, venida a menos en las últimas semanas.
Como aditivo, se han activado toda clase de maromas mediáticas para hacer de ese evento, la tabla de salvación para quienes ven disminuida su autoridad moral en la entidad.
El Papa Francisco, no ha escogido a estados como el nuestro, por capricho; tampoco lo ha hecho porque se tengan aquí, virtudes extraordinarias y acciones cristianas para la atención y ayuda de los más necesitados. Viene, porque sabe a ciencia cierta que Chiapas, es uno de los estados más pobres. Sabe que aquí, los problemas sociales son cada vez menos solucionables. Escogió Chiapas porque quizá tenga la esperanza que su presencia aquí, sensibilice a los gobernantes y se vean éstos, obligados a solucionar los ancestrales problemas de pobreza, marginación y falta de oportunidades, negadas sexenio tras sexenio.
Nadie, entonces, se vista de vanagloria y presuma la visita papal, como un «triunfo político». No debe cabernos duda que el líder de los católicos, está plenamente enterado de los desbarajustes sociales y políticos, económicos y financieros por los que atravesamos. Sabedor está que no viene al paraíso terrenal, sino a la tierra de los desprotegidos, los olvidados, los perseguidos, los vilipendiados, los despojados, los engañados, los defraudados…
Tampoco se crea que el discurso u homilía que exponga, solucionará todos los males de Chiapas. La pobreza y marginación no se soluciona con misas, ni con discursos políticos. Se solucionará cuando la corrupción, el cinismo, la impunidad, la manipulación, la indiferencia, y otras malas prácticas, se hayan erradicado. Cuando políticos y líderes religiosos, dejen de lado sus propios intereses y volteen a ver a la gente. Él mismo, incluso.
Sabedor de las condiciones de extrema pobreza en México, en un acto de contrición, fe, voluntad y amor al prójimo, debió rechazar el insultante gasto que los gobiernos de los estados que visitará, hicieron a expensas de los oprimidos, los necesitados.
Su Santidad, si quiere congraciarse con los mexicanos pero más, con los pobres, está en la obligación moral de resarcir el daño que, con o sin su conocimiento, se cometió en nombre de su labor pastoral. Debe, por tanto, condenar los abusos, los excesos y las imprudencias que se han cometido y que afectan seriamente a millones de ciudadanos.
Porque no viene a un país en condiciones favorables. Viene a un México que se ahoga en su propia sangre. Un país sin mucho futuro. Un país donde la corrupción y las mentiras, son el pan cotidiano. Habráse ya enterado, don Jorge, el reciente escándalo del mandatario mexicano: el de su boda para la cual, se prostituyó a la Iglesia Católica misma. Eso es suficiente para que el señor Papa, venga con un discurso honrado, honesto, sincero y contundente.
Obviamente, no podemos esperar que el principal inquilino de El Vaticano, venga solo con su cayado y sus sandalias; pero sí, que ayude a despertar a la sociedad. Y que éste, concientice a los gobernantes que sin duda, tendrán actos de genuflexión ante él, pero una vez ido, volverán a las mismas actitudes de soberbia, intolerancia… ¿Es mucho pedir?

ksheratto@gmail.com

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