Articulo Único / Angel Mario Ksheratto

Julión y el erario chiapaneco

El lenguaje sexista —públicamente condenado, pero práctica cotidiana en privado— es la razón por la que un afamado cantor de estribillos, esté en el ojo del huracán. La indignación desatada por el nacido en La Concordia y asumido sinaloense, tiene fundamento en la torpe idiosincrasia machista y en el hecho de exigir para sí, una mujer sumisa y esclava de los quehaceres domésticos, mientras que por otro lado, promueve el libertinaje y la infidelidad mediante la utilización de modelos dispuestas al sexo, las drogas y el alcohol. Completa incoherencia.
No debería extrañarnos que Julio César Álvarez Montelongo, conocido en el inframundo de la atrofiada cantaleta como Julión Álvarez, externe frases misóginas u otras que denigran al ser humano y le demeritan a él como tal. Su mundo es así: pobre de moral y escaso de educación. Lo dicen las letras de algunas de las coplas que ronronea ante un público, mayoritariamente femenil, que no advierte la terrible carga de desprecio hacia las mujeres.
En una, compara a la mujer con las mulas; en otras, dice abiertamente comprarlas con dinero y en unas más, las amenaza con muerte si no le aman. Y en muchas otras, incita a la violencia, al asesinato, al sicariato. ¿Qué entonces debemos esperar de quien no tiene la más insignificante noción de respeto hacia los demás?
Es grave, lamentable, condenable que un cantaretito execre frases tontas, ridículas, insultantes. Como éste rumiador de berreos musicales, hay muchos más. Doña Francisca Viveros Barradas, conocida como Paquita la del Barrio, se suma a la pléyade de «estrellas» que utilizan los escenarios —otrora tribunas para la expresión de la mejor cultura— para injuriar los géneros humanos.
Es ultrajante la expresión de Julio César Álvarez en torno a sus preferencias personales; pero lo es aún más cuando reparamos que, en el caso de Chiapas, millones de pesos del erario público, van a parar a sus bolsillos, por concepto de regalías de sus presentaciones en la entidad.
No hay feria, boda, bautizo, divorcio, borrachera, donde no se eroguen millonarias cantidades de dinero para «pagar» los servicios de éste. Y, según fuentes confiables, en muchos municipios es obligatorio contratar al susodicho incluso, con sobrepagos.
A la par de la exigencia de retractación por lo que su desafinada boca ha externado, debe ir la interpelación general para que el Gobierno del Estado, revoque todos los contratos, verbales y escritos, que éste ha obtenido para presentarse en Chiapas. El Estado, como garante de los derechos de cada ciudadano, no puede subvencionar a un «artista» que se toma el atrevimiento de insultar a las mujeres.
Si reprobamos declaraciones de esa naturaleza, debemos reprobar que éste chamaco indecente, cobre millones de pesos que bien deberían servir para construir una escuela, un centro de salud, una carretera o lo que sea de beneficio para la ciudadanía.
Mantenerle los contratos sería tanto como pagarle para que destruya lo que bien o mal, se ha ido construyendo en beneficio de las mujeres y sus derechos. Sería convertirse en cómplice de ataques directos a las mujeres. Independientemente si la música del cuestionado chaval gusta o no, debe existir congruencia entre las políticas públicas y las acciones de quienes, sin merecimiento alguno, se benefician con dinero del pueblo. No requerimos de más bufones para el circo.

@Ksheratto
ksheratto@gmail.com

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