Articulo Único / Ángel Mario Ksheratto

Foto: Erick Alberto Rodrí­guez Silva

Los manglares, ¿destino turístico?

Dos de las seis especies de mangle en el litoral del pacífico están desapareciendo paulatinamente de la zona que comprende de Puerto Arista hasta Pijijiapan. La gente de por acá, dice desconocer las razones y trata de no comprender el término «extinción». Saben, eso sí, que a lo largo de la costa hay regiones específicas donde los manglares son protegidos e incluso, las utilizan como atractivos turísticos, pero ¿a qué costo?
«Aquí nos ofrecieron desarrollo turístico y entre los beneficios estaba la explotación de los manglares como destino turístico», explica el lanchero mientras conduce hacia la zona donde según él, «ya solo se ve mangle rojo, blanco y uno que otro negro». El conocido como «botoncillo» y el amarillo, solo se encuentra, muy esporádicamente, en regiones remotas de los manglares. Una especie más, recién descubierta, nunca la han visto.
«Nos dijeron, pues, que había una nueva especie, pero nosotros nunca la hemos visto; dicen que en éstos manglares hay pero solo los científicos que la descubrieron, la conocen. Cuando a veces nos dan pláticas para atender al turismo, nos dicen que digamos lo de las seis especies y hasta ahí», se sincera.
La destrucción de manglares en la zona de Boca del Cielo, es evidente. Los habitantes de la Isla San Marcos, hablan muy quedo del problema. «Primero se nos dijo que los manglares atraerían muchos turistas; hablaron de abrir brechas entre los manglares para crear rutas de paseo, pero hasta ahora, nada», dice otro que habló solo cuando un gesto aprobatorio del que parecía tener el liderazgo, se lo autorizó.
Las parvadas de aves marinas de distintas especies que antes surcaban los cielos de ésta zona en el municipio de Tonalá, han prácticamente desaparecido. Muy de vez en cuando, pequeñas bandas, tan pronto como aparecen, se esfuman entre la persistente bruma que a veces, oculta por completo el sol.
Especies de lagartos han sido arrinconadas hasta el final del estero u obligadas a vivir en zonas inaccesibles, donde la comida para ellos a veces, escasea. «Para nosotros es raro ver un caimán; cuando era niño, no nos sorprendía verlos en las calles del pueblo o a veces, hasta en los patios de las casas… pero ahora, los chamacos ni los conocen, a menos que se metan hasta el fondo de los manglares», comenta un pescador.
Los proyectos para el desarrollo turístico ecológico en Boca del Cielo, El Paredón, Cabeza de Toro y otras comunidades tonaltecas, solo han sido sueños y promesas gubernamentales. La protección del medio ambiente, también ha sido solo propaganda.
La destrucción de varias hectáreas de manglares, se debió a un fallido proyecto para ensanchar y modernizar la zona hotelera dentro de la Isla San Marcos y por supuesto, Boca del Cielo. Nada de eso se ha cumplido. Los pocos hoteles, son comunitarios (vía cooperativas) o esfuerzos de familias que poco a poco han ido mejorando su infraestructura para ofrecer a los turistas, comodidad, en medio de carencias como por ejemplo, las deficiencias en el servicio de energía eléctrica.
Para todo el litoral del pacífico chiapaneco, hay «campañas» promocionales desde la Secretaría de Turismo. Exaltan los atractivos de los manglares y ofrecen recorridos guiados. Pero en realidad, no se cuenta con la infraestructura adecuada ni hay programas eficientes para mejorar las condiciones de los prestadores de servicios, todos locales.
Hay que resaltar que en cuestiones culinarias, éste podría ser el mejor lugar para degustar platillos provenientes del mar, pero para infortunio de los lugareños, el respaldo gubernamental es solo propaganda sin acciones concretas.
Mientras tanto, la depredación de los manglares continúa, pese al esfuerzo de algunas agrupaciones de civiles que luchan por su preservación, con poco éxito. Basta ver los estragos que su destrucción está causando en la Isla San Marcos: construcciones completas han sido tragadas por el agua. El oleaje del mar, ante la falta de manglares para contener su fuerza, se ha metido tierra adentro, lo que pone en riesgo de desaparecer, no solo los manglares, sino una isla que es fuente de ingresos a cientos de familias. Y nadie hace nada.
«Aquí vienen funcionarios de gobierno, candidatos y toda clase de gente a ofrecernos desarrollo y cuidado del medio ambiente… Pasan los meses y los años y jamás los volvemos a ver. La secretaría de Turismo nos trae proyectos, pero todo queda en pláticas y más pláticas», externa resignada la dueña de un restaurante de Boca del Cielo.
Es sábado a media tarde y los restaurantes de la Isla San Marcos, están casi desiertos. En Boca del Cielo, parece no haber vida, salvo los cohetes de una boda que se celebra en tierra firme. Los pocos turistas se distribuyen a lo largo de la barra; consumen mariscos y cerveza. Eventualmente, contratan una lancha para recorrer el estero o dar un paseo en las llamadas bananas. En la palapa donde me asiento para hurgar sobre el tema, no hay nadie más que el dueño y su esposa, cuya amabilidad es clásica de los costeños. Me convencen a quedarme una noche en una de las habitaciones de su hotel, por 400 pesos.
Traté inicialmente de excusarme argumentando falta de efectivo. «Usted no se preocupe; disfrute su estancia, ya mañana será otro día», me dice el dueño. La habitación es confortable, fresca, amplia, con vista al mar. Nada que pedirle a un hotel de cinco estrellas en Huatulco o Cancún. El domingo, el señor me sacó de la isla en su lancha y me llevó hasta Tonalá, en su camioneta, para sacar dinero en efectivo y pagar los servicios. ¡En ninguna parte del mundo hacen eso!
Lástima que en Chiapas, la dependencia encargada de promover el turismo, no repare en la gente y sus bondades, sino solo en los beneficios económicos que a los funcionarios deje. Lástima.

ksheratto@gmail.com

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