Bocacalle / Arcadio Acevedo

Pura lengua, lengua pura

El tuxtleco es un idioma loable, lo hable quien lo hable. Pomponia Popomeyá. (Dice que es de su autoría pero no sacaría mi caguama del refri por ella)

El Púas, bien erizo

Juan Manuel Vásquez entrevista al Púas, Rubén Olivares, ex campeón mundial gallo y pluma hasta en cuatro ocasiones:
–Hace años decía que le gustaría ser enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, dentro de un ataúd por donde salieran sus manos, vacías y limpias, para que todos vieran que no se lleva nada. ¿Aún quiere ser despedido así?
–No, ya cambié de opinión. Ahora voy a vender mi funeral como los famosos venden sus bautizos y bodas, y después quiero que un taxidermista diseque mi cuerpo, como un animal. Que me ponga vestido de boxeador y con guantes, con mi cara toda madreada, pero en guardia, eso sí; porque así es el boxeo, como la vida, donde uno no se sube a recibir besos -finaliza, aunque en esta ocasión ya no ríe.

Con paciencia y salivita…

Mi afiliación al IMSS data de 1967. Laboré Cuatro años en dos radioemisoras foráneas (GT de Michoacán, LG de Guanajuato) y cinco años en estaciones chiapanecas (TG, UE, LM y UD), siempre al corriente con las cuotas. No coticé durante mi permanencia en la televisora estatal y algunos diarios locales, pues carecía de prestaciones.
Según la ley que me ampara (1973), 500 semanas cotizadas y 65 años de edad serían suficientes para tramitar mi jubilación. Es requisito también estar vigente por lo menos un año antes de la solicitud. Sumo cinco. Reúno sobradamente las condiciones.
En septiembre de 2016, solicité el reconocimiento de semanas cotizadas en la subdelegación Tuxtla. Una vez lleno el formulario, me pidieron volver en 30 días hábiles. Lo hice. Me informaron que no se podía realizar el trámite pues faltaba el CURP. Nuevo formulario dirigido a subsanar «la inconsistencia en el registro». Otro formulario.
Otros 60 días de espera y otro rebote: las delegaciones foráneas aún no habían enviado la información requerida. Treinta días después: «Apareció un segundo número de afiliación», me dicen. Enésimo formulario solicitando unificación de números de registro.
Transcurridos 40 días, volví ayer a la cola callejera madrugadora y a la interminable espera en las ventanillas de atención. Sorpresa: no ha prosperado el trámite. Omitieron las razones. Mera casualidad, me atendió Isaías, mismo que me tocara en suerte en mi primera visita, siete meses atrás. Me proporcionó un número telefónico al que deberé llamar periódicamente para conocer los avances de mi gestión.

Concusión (sic)

Estoy de nuevo en el punto de arranque. He debido esperar más de medio año para que me digan – si me dicen- que, en efecto, estoy afiliado al IMSS, soy sobradamente vetusto parar aspirar a la jubilación… una vez que llene el nuevo formulario que me extiendan, y…

Preguntonta

(¿Alguien sabe cómo se dice ¡puta madre! en zoque neoclásico? Porfis)

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